miércoles, 14 de octubre de 2015

a la espera de convertirme en fuego

mi dinámica natural es, continuamente, estar a punto de combustionar de manera espontánea.

estoy atrapada.

a veces siento que la parte de mí que de verdad soy yo está obscenamemente enganchada al reverso de mi esqueleto y, a su vez, mi esqueleto está rabiosamente adherido a mi piel. Y mi piel está pegada al espacio que ocupo. Y siento la presión de esa concatenación de pegatinas. Y hay un agujero negro a la altura de mis costillas, hacia el que se proyecta peligrosamente mi cuerpo.
Voy a ser absorbida por mí misma,
voy a desaparecer pero el otoño sigue su curso.

mi motor vital es el miedo a morir y, sin embargo, ya estoy muerta.

Y repito los mismos recursos, las mismas estructuras cerebrales,
soy un ciclo de lágrimas y babas humeantes
Y repito el mismo sentido del dolor,
la misma angustia mientras eyaculan las nubes en la tierra fértil.
El mismo miedo a morir durmiendo, la respiración de hierro, las amígdalas rojas de rabia,
la misma danza de patadas, soy yo pero soy el peso de mi linaje. Los rencores de mi abuela,
los celos de mi bisabuela, la tristeza de mi madre. Soy la desembocadura de un rio de lava y petróleo. Una corona de margaritas y soy la reina y mi cetro es un olivo centenario.

la gloria eterna metida en una hucha
y, siendo objetiva, como si fuese una lectora de lo que escribo,
son tan tiernos mis intentos por sobrevivir.