viernes, 23 de noviembre de 2012

Piel de útero

Mi disfraz de mujer es el apéndice de un ecosistema enorme,
pues he sido fabricada para rendir culto a mis muertos.  
Estas manos han de saber amasar pan
y acariciar un vientre. 
Estas manos han de saber quebrantar fémures 
y separar pétalos. 
Estas manos han de saber diseccionar hormigas,
levantar ladrillos y liarse un porro. 

Todo el mundo se merece un culo caliente que llevarse a la boca. 


Tengo mucha prisa, 
pues estas tetas hiperbólicas han sido diseñadas para dar de mamar. 

martes, 20 de noviembre de 2012

Me alegro de haber nacido negra

El plomo de la sangre y seguidamente un cadáver fluorescente:

las delicias de la bilis royendo el hígado
el jardín más pantanoso de todos los flamencos
una luna verde botella se disloca la cadera.

un gusano cambia la seda por el tul. Otro gusano, su corazón por una pene de niño: la bella perversión metonímica.

Fascinante. Viva el poliespan.

¿Cómo es posible tantas maravillas en una sola exhalación?

Aún hay más:

la vagina trotskista se introduce en el falo americano. Rebelión cariñosa. Las identidades se difuminan es este transvase pélvico.

el cadáver fluorescente se levanta de su tumba y baila funky.

Sexo en grageas. Tejer una bufanda psicosomáticamente.

La orina del riñón seco debe venerarse porque es amarilla, como el trigo, como el oro, como la hepatitis, o, en otras palabras, como todas aquellas cosas esenciales.

Conclusión: lo kitch es la purgación




martes, 6 de noviembre de 2012

Atención. Esto es un Manifiesto. Una especie de verdad panfletaria. La gasa tupida que recubre la esencia de las cosas meramente imprescindibles.



HAY QUE
conectar con el yo primario, con el yo despojado de escarcha y de cetrina.
Es necesario volver a la poesía de las flores y la luna,
volver a mamar del pezón que nos parió la boca,
volver al tiempo de los movimientos leves, de la ansiedad en los nudillos. Al tiempo de cuando Dios lloraba en el hombro de su abuela.

Hay que lamerse los fluidos propios para comprender los fluidos ajenos.  

Hay que retornar a la belleza sin paliativos, la belleza estática de los elementos móviles. La belleza viva de las cosas muertas. Hay que untarse los poros con animales putrefactos. Hay que beber de la fuente de las antítesis más básicas. Se ha de volver a creer en lo sublime.

Hay que acariciar a los ancestros con plumas de quetzal. Se han de volver a tallar corazones en los árboles.

Hay que retomar el desconsuelo de lo humilde. Hay que volver al vómito como expresión de lo absoluto. Hay que supeditarse a las mariposas, ser lacayos de las nubes. Es sumamente necesario volver al lirismo incrustado en la sangre del hombre desde mucho antes de ser hombre.   

Es necesario volver a nacer, pero esta vez sin piel y sin huesos.

A veces es necesario hablar del mar, agarrarse el culo y pedir perdón.