lunes, 30 de marzo de 2009


No voy a escribir sobre caretas, ni sobre nubes negras, ni sobre palabras maltratadas injustamente. Pobrecitas mías, ellas no tienen la culpa de nada. No. Hoy no. He necesitado estar dos días enteros pegada a la pantalla del ordenador para que saliera algo. Me he limitado a mirar la pantalla mientras escuchaba algún tango de fondo. Porqué los tangos son para el alma, lo que la pomada para las heridas. Al principio pica. Pica mucho e incluso hace llorar. Pero a la larga sana. Soy tan feliz! Pero a la vez tan desgraciada. Son sentimientos tan contradictorios que a veces uno domina sobre el otro. Se acerca tormenta. Y luego sol. Y luego tormenta. Luego rayos. Después nubes. Y sol. Y sol otra vez. Otras veces ninguno de los dos gana, empatan. Entonces se anulan. Esos dias son los peores. Porqué no siento nada. Es horrible haber llegado a la conclusión de que en algún momento de tu vida hayas podido sentir nada. Mientras lo vives no te das cuenta. Es como cuando tienes mucho sueño y te duermes consciente de la postura que tienes, cierras los ojos, los abres, y ya está. Han pasado 7 horas en un parpadeo. Se han ido. Como si nunca hubiesen existido. Pues es igual que esa sensación de nada. Mientras la vivo no soy consciente. Después llega el vacío. Porqué puede que por ese lugar sagrado, teatral, indecente, cálido, helado, loco, déspota, loco, inhóspito, maleducado, frágil, imprescindible llamado alma no pase el tiempo, pero por el contrario sí que se siguen tachando días del calendario y las agujas del reloj siguen girando. La humanidad no se da cuenta de que los besos sin amor no saben amargos? O de que el viento grita porqué nadie lo entiende? O de que la pasión es la más pura de las emociones? O de que la libertad merece ser una forma de sentir? Solo cuando actuo me siento cuerda. Sólo cuando dejo de ser yo, para convertirme en prostituta, en una niña con un aparato enganchado en la pierna que le chupa la sangre, en una abogada de muñecos rotos, en una abuela sorda, en un lobo humanizado, en un cronopio, en una enfermera, en una madre pidiendo desesperada agua para su bebé, en una monja satánica, en una lesbiana conservadora, en una mujer con miedo a la oscuridad, en una criatura enamorada de un hombre malo, en una pescadera con nociones de fisoterapia... Sólo cuando regalo mi voz y mi cuerpo a otra persona que no ha tenido la misma suerte que yo de nacer de otro humano, que ha nacido de la imaginación de un artista, que tiene emociones, miedos, pasado, futuro y presente propio pero le falta un cuerpo y una voz. Esos momentos son, junto con alguno que otro más, por los que me parecen tan dulces las lágrimas, y le da sentido a todo esto. Aunque es verdad que digan lo que digan los ardores con VISA son menos ardores, algunos pocos cambiamos la vida por arte. Justo trueque ya que la vida sin arte no es vida, y la vida en sí, ya es arte.

lunes, 23 de marzo de 2009

ELLO

Realmente no sé si podré soportarlo. Demasiada pasión encogida en gotas de lluvia que queman cuando caen. Eres lo que yo llamaría mi refugio, mi isla, mi salvavidas. No sólo eso, eres mi amplificador de emociones. Cuando pienso en ti todo se multiplica por mil. Todos los estímulos dejan de ser simples y se vuelven complejos e increíbles. Me duele el alma porqué hay demasiados sentimientos condensados. Explotará. Explotará porqué es cierto que el alma puede abrirse y extenderse hasta límites insospechados, pero esto es diferente. Es diferente porqué ni siquiera sé si hay sentimientos de por medio. Te idealizo. Eres la persona perfecta para mí, tus defectos y tus virtudes se mezclan convirtiéndote en el ser que ahora mismo me hace volver loca. Más de lo que puedo llegar a estar por mi cuenta. Y esto no es sano. No es amor. Lo juro. Tampoco estoy obsesionada, aunque si es verdad que cada suspiro me desgasta los pulmones cuando tu voz me viene a la mente. Tampoco te tengo cariño. La verdad es que no te quiero porqué no sé nada de ti. Es otra cosa. El término atracción se queda muy corto. Las palabras son mi paraíso particular y odio que hoy me hayan abandonado. Ninguna palabra puede describir lo que yo siento por ti. Ninguna. No por la magnitud del sentimiento, sinó por los miles de matices que puede llegar a tener, los miles de callejones enrevesados, las miles de contrariedades que puede llegar a esconder. Esta sensación de vacío y de plenitud a la vez es enfermiza pero la adoro. No quiero que esto se acabe. Qué continúe, que cambie, que evolucione, pero que no se acabe. Es un ardor que sabe a caramelo, son lágrimas dulces. Pero dulces en su justa medida, sin empalagar, con un punto de amargor que quiebra delicadamente las fibras de la razón.

domingo, 22 de marzo de 2009

Las estrellas ya no son lo que eran.
Gotas finas de vidas malvividas,
trozos de almas errantes, no perdidas,
suspiros de gritos desesperados por ser escuchados.
No, las estrellas ya no son lo que eran;
ataudes de insectos voladores, invisibles, transparentes,
prácticamente inexistentes a ojos de la gente que ve,
pero no mira.
Escondite secreto de mentes encerradas,
que vuelan, se encuentran, se enamoran allá arriba.
Enigmas sin resolver, cicatrices de almas heridas,
salpicaduras de la bebida prohibida,
eufemismos de como vivir la vida.
Náufragos voluntarios de un océano
tan hermoso que hace daño.
No, las estrellas ya no son lo que eran;
ojitos de criaturas que aún no han nacido,
rastros de seres que ya se han ido.
Pinceladas de futuros que duermen,
de pasados que palpitan
y de presentes que se imponen.
Fresas con nata que endulzan la noche
de seres ausentes, de locos dementes,
de ricos miserables, de cajeras de supermercado,
de curas pecadores y de corazones llorones
que rien borrachos,
embriagados, despreocupados, amargados
y a la luz de la luna incluso sofisticados.
No, las estrellas ya no son lo que eran.