domingo, 24 de abril de 2016

Bollito


Mis verdades universales van cambiando con los años.
Pues vale. 
Lo asumo. Me adecúo. 

Ahora mismo
solo tengo
una única 
certeza: 

que te he follado miles de veces en mi mente. 
Te he lamido, en los recovecos de mi cerebro, tan salvajemente, con tanta intensidad, que, joder, es conmoverdor este escenario intuitivo, animal, inocente.
Coño, vivo. 
¿dónde irá toda esa energía desbocada?
Posiblemente se me enquista en forma de úlcera. 
qué risa. 

a mí lo que me gusta es tu mediocridad 
como me podía gustar cualquier otra, 
pero es que la tuya huele a pan. 

En estos tiempos que quieren correr, que quieren desmarcarse de sí mismos. 
estos tiempos disociativos y raros. 
en estos tiempos que son frenéticos y electrizantes. 
deseo quimeras porque estoy demasiado empapada de literatura.

Es inquietante que todo pueda ser revisitado, reinterpretado, descontextualizado. 
Hasta el medievo puede ser posmoderno. Y me da entre miedo y risa tanta arbitrariedad. 
Bastante en definitiva: es inquietante que Dios no exista. 

Vaya broma son los dogmas si hasta nacer es un azar. 

Okey.

Todo está sujeto a una lógica interna, aplastante, regida por unos códigos complicadísimos y ordenadísimos. Uy, sí. Las matemáticas se encuentran en el núcleo del universo, incrustadas en las raíces del cosmos. Pero, espera, si te distancias unos segundos de esta vorágine de coherencia y miras hacia arriba, verás que un payasito mulato orquesta la realidad con su picha. Una picha negra, venosa y descomunal.