Les presento a mi marido
que ha encontrado la masculinidad en unos tacones de aguja.
Su lujuria es tan pura como el resoplido de un corcel.
Me acaricia con sus vigorosas uñas postizas y sus tetas, son casi más grandes que las mías, soy tan feliz intercambiando nuestra ropa interior.
Solemos discutir sobre cuestiones metafísicas intercalando movimientos pélvicos que nos hacen vibrar. A veces bailamos fusionados como un solo ente a ritmo de rock and roll, se enfada cuando cojo sin permiso su pintalabios púrpura. Es hora de vivir, es hora de trastornar los placeres, me dice cada mañana a modo de buenos días después de un fructífero cunnilingus. Yo soy un poco celosa y me da bastante rabia cuando se fija en otras mujeres, a veces me callo y otras veces descuartizo a la mujer en cuestión. También me pongo celosa cuando se fija en otros hombres, entonces también los descuartizo o mutilo su miembro. Nos gusta el mar en todos sus estados, contemplarlo, nutrirnos de los infinitos olores que esconde en sus regazos. También nos gusta ser sucios y que las olas nos limpien. Vamos al cine, leemos poesía y escuchamos a Händel, disfrutamos cultivando nuestras mentes y rindiendo culto a nuestros cuerpos.
Mi marido es bastante descuidado con sus medias de rejilla, gasta una media de seis pares al mes
Lo amo tanto que el corazón me supura.