martes, 26 de octubre de 2010

Te faltan motivos y te sobran lunares en esa espalda blanda que un día fue clímax en un nudo de cuatro piernas. Vete, amor. Para venir en tres horas. Para volver a irte en dos.

Recuerdo las vergüenzas antiguas, más bien sus pellejos, que se agarran blasfemando a mis muñecas en sus últimos esfuerzos antes de la inminente expiración.
Y eso que yo sé que la inocencia nunca muere, sólo mata. En el peor de los casos se suicida tirándose al vacío, del ser a no ser, sin pasar por el limbo. Sin pagar el peaje previo al horno, posterior a la comedia. Si me pongo a recrear estabais tú y una tal yo delimitando el infinito mediante orgasmos robados de una dimensión que nunca y repito nunca fue vuestra.
En ese mismo momento a mil kilómetros y a cuatro pasos, habitaciones llenas de vaginas al acecho, preparadas para morder ingles y a veces corazones. Semánticamente es semen , paradójicamente es muerte, intantáneamente es legaña de luz.
¿Qué es lo que siente una niña cuando una lágrima roza sus muslos?
Un saludo a tu prima, que parece que se ha enamorado.

domingo, 24 de octubre de 2010

Posiblemente flaqueé

Me arrepiento de todo.
Me arrepiento de haber nacido pronto, en este siglo que no es mi siglo,
Me arrepiento de haber nacido humana cuando podía haber nacido genital. 
Me he quedado seca por dentro y ahora soy una pasa, una señora pasa.
Me asomo a la ventana y veo una manifestación de amas de casa por la legalización de la zoofilia.

Me arrepiento de haberme arrepentido.

Te adoro porque me adoro, porque me veo en ti, o último adios fauna desquiciante



Esa (tu) ceja cósmica que se ciñe a los principios de irrealidad
Antes era mía. Reposaba tranquila sobre mis labios
o vomitaba lascivia entre mi muslo y mi abductor.

he matado a los sapitos que me soplaban la epidermis
cuando el (tu) ombligo, que ahora me da la espalda,
me obligaba a soñar a la pata coja.

he degollado a las hormiguitas que tosían en mi tripa
cuando (tus) articulaciones y mi pubis desencadenaban
en orgásmico dolor de corazón.

he descuartizado a las amebas que copulaban en mi sacro
cuando (tu) poesía en forma de bostezo hacía una lazada
con mis entrañas y la punta de (tu) nariz.




La cruda carne y la realidad poco hecha



Al fin y al cabo todos tenemos fémures, más largos o más cortos. Pero fémures.
Podríamos atar nuestro intestino a la luna y dar siete vueltas alrededor, mientras recitamos con voz ronca la tabla periódica que nunca tuve ocasión de aprenderme. O podríamos quedarnos muy quietos y analizar la no existencia de nuestro no movimiento y volvernos locos porque nuestra mente humanoide no está preparada para comprenderlo. O podríamos teñirnos el vello púbico de fucsia y mimetizarnos así, con nubes de caramelo mientras nos baja la tensión de tanto silbar. No concibo  Reikiavik en la distancia. 
Si yo fuese tú, no tiraría de ese hilo transparente que te sale del ombligo. Si tú fueses yo, todo esto sería tan interesante que mira, se me hace un nudo en la garganta de la emoción.

Me gustaría ser pitonisa y estafar a la vida, pero no sé por dónde empezar. Fui y volví tan rápido que parece que el paréntesis no se haya cerrado, parece que todavía queden huesos que roer y carnes que lamer en este infierno invernal, que no viceversa eh. Al fin y al cabo no fluimos porque no somos sangre. Ni hígado, ni diástole, ni sístole.

sábado, 23 de octubre de 2010

Me pregunto si embelleceremos cuando pasemos hambre




 














Mi pseudónimo tiene nombre, apellido,
amor propio y manos duras.
Se ha casado con un poeta sordo-mudo
que teje en los entreactos
la manta sobre la cual forcejean
religiosamente sus genitales.

Si tuviese menos frío,
sobreviviría a la degeneración
de caricias esperpénticas,
pervirtiendo al tiempo.
Y dormiría en esa piel infranqueable,
en esa superficie de conejo de detrás de tus orejas.   

Si tuviese menos sueño 
mordería las patas de la cama 
para desmitificar los dientes 
y sus limitadas funcionalidades.  
Y pintaría el suelo con el color del cielo,  
ese tono indefinido que nos da quebraderos de cabeza.




                                                      

domingo, 17 de octubre de 2010

Túes y Yoes

Yo y mis demonios nos batimos a duelo, a muerte, sin la piedad que debería estar latente después de tantos años juntos. Me desgarran el hígado y disfrutan con mi muerte lenta, gozan locos y lo peor de todo es que su inocencia abyecta me conmueve. Pero algo pasa, algo se huele allá a lo lejos, ese olor a delirio embaucador, huele a batalla ganada, a  triunfo agónico. Entonces mis demonios y yo nos abrazamos, y lloran en mi regazo, y me piden perdón. Les cuento historias sobre lívidos encarceladas entre riñón y riñón, sobre tajos limpios en rodillas calvas. También les leo un par de recetas de cocina y un ensayo sobre los olmos. Después de esto, mis demonios han madurado, pero siguen siendo niños, bebés que se portan un poco mal porque necesitan amor. Entonces les doy un besito, los meto en la cama y mientras se les cierran los ojitos me juran fidelidad eterna.

sábado, 16 de octubre de 2010

Apología de la ira

(entonces ¿vivir era esto?- preguntó Tuermacko en su lecho de muerte)

Os mataré por frivolizar con lo escatológico, por convertir las manos en burdos instrumentos de bricolaje. No hemos venido para eso, joder. Estamos aquí para morirnos en medio de un escalofrío y recuperar el aliento rebobinando nuestras vidas.
Estamos aquí para no estar. No existir, ser conceptos abstractos que todavía no han sido concebidos. Hemos venido a jugar con la sintaxis y con los prepucios.
Yo os prometo dolor y placer a partes iguales, y en el centro de ese inquietante equilibro descansarán nuestras rótulas fluorescentes por residuos radiactivos, como estrellitas de neón.
Tenemos derecho a percibir, a decir y a hacer lo que nos de la gana porque nosotros somos los esperpénticos hijos de la luna, la suerte de los desdichados, la luz.
Muerte a la masa, viva el individualismo altruista y gocemos, revueltos pero no juntos, en el bacanal de los bacanales, en la orgía suprema la cual es el motivo de nuestras
patéticas existencias.
El populacho miente cuando dice bello, el terrorífico grosor de sus venas me hace daño .
¿Que qué es bello? Yo os diré lo que es bello, mierda yo os lo diré. Bello es genitales inexpertos y abdómenes fértiles enredados sobre hierba urbana. Bello es desgarro simultaneo de entrañas desconocidas, bello es la mimetización de un cuerpo y otro cuerpo e incluso otro cuerpo.
Bailemos para celebrar el fin, para sudar los tumores, los temores.



Maldito Dios


Me he tatuado esos labios en mis labios,
y con ello he ganado al tiempo.
He tatuado esas uñas en mi sacro,
esas piernas en mis piernas.
Le he hecho un tajo a la eternidad y ese pus supurante es ahora mi aliado
Recuerdo los omóplatos definidos en la espalda
y las clavículas contundentes como tubos enfurecidos
y los principios cuánticos del deseo metidos en los ojos, entre legañas.

Tú, que tienes nombre propio, pero inapropiado.

Y cuando me canse de esos labios en mis labios,
de esas uñas en mi sacro, de esas piernas en mis piernas,
tenderé mi cuerpo en la lluvia. Y que ella y los hados de la noche hagan su trabajo.




martes, 12 de octubre de 2010

Ese foniatra maquiavélico carente de aparato fonador pero con un buen sistema digestivo. Sufre de escoliosis.


Rezad por ese hombre. Ese hombre con una retirada a Quevedo y con la verborrea de un sapo triste en sus años mozos. Que me manipula el diafragma para provocarme el llanto. Que me agarra de los pelos para llevarme a la cama. Que me hace cosquillas para medir con su sonómetro la intensidad de mi risa. Risa enferma como agua de mayo en pleno agosto. Siguiendo las enseñanzas del no aprendizaje, el aprendizaje de la no enseñanza, llegaremos a la consecuencia sin haber pasado por la causa, probaremos los placeres efímeros del caldo de la abuela y otros remedios curativos contra la soledad. Moscas, yo os invoco. Para maldeciros, para echaros la culpa, no de mis males, sino de los males de mis alteres-egos.

Más tarde, más tarde la decadencia.

La decadencia esa tan temida por nuestra sangre, por nuestros ancestros que con sus rezos primitivos invocaban a la lluvia, a la tierra. Primero nos quedaremos secos por dentro , luego llegará la taxidermia por la cual nuestros cuerpos disecados flotarán sobre la ciudad. Nos manipularán el diafragma para provocarnos el llanto. Ahí bajo las costillas, dónde almacenamos cuidadosamente la angustia, la sangría y el chocolate. Y después la psicodelia, los divinos acordes de la vigesimoquinta sinfonía de Kaxytron Boissieu. Así es siempre, causa y consecuencia, en la definición nunca está lo definido, por este motivo el sentido de toda esta parafernalia es dolorosamente lógico. Como el amor, como las avellanas.

sábado, 2 de octubre de 2010

fregona y lejía sectarias





Hablaré con Madame Bovary sobre el antropocentrismo, los mormones, el lesbianismo y la anorexia. Al finalizar, nos cogeremos de la mano y saltaremos de la Torre Agbar. Agarraré por los testículos a todo toro o mariposa que intente frenar nuestra caída. Gracias o desgracias a ello, he decidido hipotecar mi alma para comprarme un buen felatriz, macho y fuerte. Así, embriagada por el soul de ese negro que me pone a mil , soy capaz de todo. Apostasía didáctica y de profesión ludópata. Me gusta la noche y sus callejones, deslizar el esqueleto por garitos, retretes y playas ahogadas en sus propias constelaciones. La noche no empieza cuando muere el día. La noche empieza en un leve movimiento de intestinos, en la lascivia contenida de una mota de polvo cabalgando pieles, en tus ojos.
Un cigarro rebelde nos fuma en un descuido. Nos dejamos consumir tranquilamente, no hay nada que perder y a lo mejor por casualidad todavía queda algo que ganar.
¿Dónde podré encontrarme? Entre tus muslos, probablemente.

viernes, 1 de octubre de 2010

Tu mujer ideal me parece una mierda. Y te lo digo así con tranquilidad, entre amigos, sin rencores.

Pérfido mandril, absurdo títere de voz caucásica y piel peliaguda, memo turco de dedos flácidos e ingenio chorreante, grasoso, bonobo estéril, inapetente, inútil ser deshumanizado como muñeca hinchable sin alma. Canoso cabello como canosa verborrea irritante, pene abyecto sin capacidad de erección. Sucio amoral y proyecto frustrado de genio loco. Rompedor de la harmonía espacial, toro albino al punto de caramelo, capitalista radical y progre auténtico de segunda fila, dictador de dictadores, elefante a trompicones con labios lacios y lengua fina cual lagartija emperifollada. Nariz de fabada, largas inseguridades como lista de ausencias preconcebidas. Aborto de feto de canguro fruto del incesto entre canguros albaceteños. Personificación del concepto ambiguo de agujero negro, sutil imitación de retazos de genialidades , oda al mal gusto, sensibilidad cero. Del amor al odio hay un meñique. Y hoy más que nunca, también viceversa.

Fonéticamente es bello, tiene gancho, mortifica.


Mira como me muerdo las llagas de la boca con fervor religioso. Moriré al igual que tú, mi carcasa quedará inerte sobre la tez de un hombre inmune al raciocinio. Me quitaré el disfraz de mujer y seré alma, aire en el aire. Mi cuerpo irá a parar al contenedor de materia orgánica junto a un par de abortos y tres colillas. El tiempo, las larvas y el rigor mortis harán acto de presencia impresentable en las cuencas de mis ojos. La muerte no es estática pero sí infinitamente estética, sobre eso y no por eso, escribiré un epitafio digno de olvidar. Porque en estos tiempos que se arrastran como viboritas, hasta para ser olvidado hay que hacer méritos. Un pircing enquistado en el ombligo será la bandera de mi nueva revolución, un buen grito de guerra para comenzar a luchar por ninguna causa concreta, sólo por el placer primitivo de estar muy cansada a la hora de dormir.
Evolución , (H)edor, Epicureísmo