jueves, 16 de junio de 2016

Reivindico las flores y los animales

Confieso que  el cuerpo se me queda pequeño.
A veces quiero salir de mi cuerpo,
pero muy rápidamente pienso en cómo Occidente, el cristianismo, la Ilustración, el patriarcado, el capitalismo (y todos esos códigos mediante los cuales mi gente ha articulado su existencia) me han enseñado a separar cuerpo y alma. 

Sin embargo, 
solo siento paz cuando me asumo como materia.

Me agarrro a esa idea. 

Solo siento calma cuando me asumo existiendo rabiosamente sobre los átomos que me conforman.

La dicotomía entre espíritu y cuerpo me genera una angustia indescriptible

soy piel, huesos y sangre bombeando y hormonas y cerebro y procesos. 
soy un mecanismo vivo y no busco la trascendencia porque soy trascendencia. Respiro y soy mi cuerpo. Yo, que soy mi cuerpo, ocupo un espacio rotundo tan respetable, tan digno, tan enternecedor como un roble tranquilo. 

Y esto no es un manifiesto humanista ni antropocéntrico.  

Y el cuerpo ya no se me queda pequeño 
porque es como decir que al mar se le queda pequeño el mar, 
o que el universo está apretado en el universo. 

No necesito expansión porque nací expandida.