miércoles, 17 de diciembre de 2014

Lo irritante de las cosas inertes

Bailo a la vez que escribo,
tengo esta ansia en las venas que sabe a café con leche agria, 
que me marea hasta vomitar como si estuviese en una nave espacial compuesta de rollos de papel higiénico. 
tengo amigos miserables que se tocan la nariz
añoro, yo siempre añoro
siempre bailo como amo, a golpes: amar a base de truenos, bailar a base de nubes 
y saltar, 
por supuesto, en este prado podrido en el que pastan mis vacas. 
¿Dónde están mis años? 
Te reinvento cada vez que te pienso y en mi cabeza tienes la voz mucho más ronca.
Hay algo en ti en que me inquieta. 
Veo en ti la reencarnación de algún dios de alcantarilla, veo en ti una rata con los dientes afilados, veo en ti la revolución de un proletariado furioso. 
¿A qué huele la droga?
Huele a ganas. A muchas ganas de inventar un universo sinestésico.
Huele a miedo de recién nacido, a tembleque de gallo. Huele al amor de nuestras madres.
La droga huele a tortilla de patata.
La droga huele a la esquina más meada del patíbulo. 

Tu cutis de mierda , tus manos sucias de campesino, tus manos de campo de trigo. 
Lo más bajo en la pirámide social.

Hay, en las cosas que me rodean, una rabiosa pretensión de existir. 
Veo mi cama, mi mesa, mi silla y veo cosas que se empeñan en ser reales. 
Un contorno tan definido, una existencia tan consistente que lame la superficie de mi sistema nervioso 
y me resulta ligeramente desagradable. La cabezonería y el irritante empeño de las cosas que veo a mi alrededor por concentrar toda la realidad en su núcleo material. Me provoca algo dentro.  
 
NO HAY NADA MÁS RABIOSAMENTE REAL QUE LO QUE: NI NACE NI MUERE


lunes, 24 de noviembre de 2014

El origen del mundo son estas sábanas mugrientas

El epicentro del terremoto está debajo del colchón 
y me tiembla, como siempre, 
el aire hueco que guardo entre las costillas. 

el universo es claro y conciso. 
Mientras tú y yo nos morimos de gratitud
encima de unas sábanas ligeramente mugrientas
el universo reposa sobre números.
Está tranquilo.
El fondo del mar está repleto de matemáticas, 
por eso allí el ambiente es inmutable y sereno. 

Mi madre, mi padre, mi abuela, mi abuelo, mi hermana, 
mi hermano, mi amiga, la profesora que me enseñó a leer. 
Son palabras demasiado grandes, son figuras demasiado grandes. 
Algunos están muertos. Se me atragantan en el pensamiento 
y no puedo gestionarme con calma. Me vuelvo un animal que llora. 
Sin embargo, estos seres que me articulan y que me definen, 
están metidos con nosotros en estas sábanas mugrientas. 
El estado de suspensión que generamos en este reducido espacio 
también les pertenece a ellos. 

Qué cosas. 




sábado, 6 de septiembre de 2014

Siembro olivos en macetas



te quiero como si tuviese sobre mi mano un pajarito prematuro. 

Un pajarito rabiosamente vivo. 
Tengo el núcleo mismo de la vida, delimitado por un plumaje húmedo,
sobre mi mano tosca. Sobre mi mano que es torpe y absurda. 

La gratitud que siento me hace querer creer en Dios. 

te quiero como para tener prisa. 

Te quiero con una estupefacción cotidiana. Dulce. Como si hubiese recibido una noticia inesperada del tipo "en la mercería de la esquina venden agua mineral" 

te amo como si pudiese mantener la calma dentro de un generador de energía eólica. como si fuese capaz de aliñar una ensalada de mango. Como si pudiese mirar fijamente a los ojos de un perro. te amo como si entendiese la humildad. 

Te quiero como si algún día fuese capaz de conocer a la persona que reside
en algún lugar de mi cuerpo, posiblemente en el dedo gordo de un pie.

Te quiero como si comprendiese tranquilamente un secreto fundamental.

Es decir:
te quiero como si fuese capaz de perdonarme. 

Te quiero. 

Como para cavar un hoyo y sentarme a mirar la montañita de tierra. 


miércoles, 6 de agosto de 2014

La uretra que ficciona


¿he elegido bien?
¿estoy perdida?
¿soy feliz?
¿estoy viva?

y todas esas preguntas que nos han enseñado a preguntarnos desde que hemos nacido giran alrededor de mi cabeza como si fueran pajaritos. Y yo intuyo. Pero yo intuyo que no son esas preguntas las que me hago en realidad. Intuyo que alguien ha intercambiado los significantes y los significados de estas cuestiones. Alguien ha mezclado las letras  y el fondo. Alguien ha deconstruido mis interrogantes vitales y por eso giro desorientada en la boya del lago más profundo de mí misma.

¿qué me estoy preguntado?



Me han enseñado a catalogar mis emociones como si fuesen una colección de mariposas. Tengo rabia. Tristeza. Angustia. Soy feliz. Tengo miedo. Mierda. No entiendo nada. Se me han traspapelado los nombres.
Estoy influida por la cultura popular y soy incapaz de expresarme puramente. En estado primitivo. Estoy contaminada por los cuentos, por la música, por el cine que he visto. Quiero filtrar el contenido de mis pensamientos. 

Escribo mal. No sé explicarme mejor. Y esta mierda que tengo dentro es tan real. ¿Cómo la puedo ficcionar para aliviarme? 

Las decisiones que he tomado han ido ligadas al disfrute. He elegido el camino hedonista para insuflarle vida a mi vida. Soy tan hija de mi siglo. 
He elegido la acumulación de experiencias como método para llegar a la muerte tranquila y sin remordimientos. He elegido fingir que vivo mientras no me muero. He asociado vida a movimiento vertiginoso, a actividad constante, a dirección ininterrumpida. Y sin embargo... joder. Sin embargo. Sin embargo cuando realmente he sentido gratitud por existir, cuando realmente he sentido una calidez tan grande que se me desbordaba del pecho, estaba quieta. Quieta. Respirando quieta. Abrazando a otro ser humano encima de una cama o cerrando los ojos en el regazo de alguien. Quieta, respirando. 

Cada vez que me hago mayor me vuelvo más sincera y menos esteticista. Mis más estéticas disculpas. 

jueves, 3 de julio de 2014

Aun todo me sobra

Ahora que casi ha llegado la paz ansiada

Yo peleo por poder coordinar mis pasos con los ciclos lunares, con el ritmo de una guitarra cubana, con el quejido dulce de las gaviotas. Todos esos temas que alivian la acidez de estómago.
Peleo por expulsar y por retener. Por oxigenar. Peleo muy concentrada, con el ceño fruncido, regando mi concienzuda asimetría.

Me he quedado sola en esta lucha contra todo lo que fluye. Me miro y estoy casi muerta, ahora que casi la paz ha llegado. Y soy feliz, y amo con calma y con el punto justo de rabia dosificada. Mis compañeros de equivocación han ido cayendo por el camino.
Solo estoy segura de una cosa: me equivoco radicalmente. Me equivoco y lo asumo y es la manera que yo he decidido para gestionarme. Me equivoco tan estrepitosamente que aun no entiendo como una maceta no se ha posado en mi cráneo por pura compasión.

Me siento indefensa ante tantas oleadas de expresividad. Tanta estimulación. Todo expresa, todo exhala, todo tiene algo que decir. Me siento expuesta a una cantidad ingente de información emocional.
Y es que además he sido una niña buena. Muy buena. Hasta los ocho años rezaba cada noche y siempre he cuidado mi aspecto físico. Y me he cagado en todo, que en cierta manera también en eso consiste ser buena.

Estoy lejísimos de mí misma, ahogada en un una masa de verbos reflexivos en primera persona.



viernes, 23 de mayo de 2014

El polvo del suelo y las hostias sagradas

Se oyen las campanas. 
Es el canto de las piedras
que le rezan a la virgen
que parió pagando el peaje del placer. 

Una virgen obesa y de brazos firmes
para consolar las gargantas desgarradas. 
Una virgen con las manos secas de pelar cebollas
y de deshojar margaritas. 

Una virgen que ha construido su hogar con sus propias manos 
y que se parte el pan con los dientes y que se raspa las angustias
de la tráquea mediante una tos de perro anciano. 

Una virgen de voz ronca que se ríe a carcajadas 
en la cara de la muerte. 
Una virgen de grandes pechos 
donde reposar las cabezas borrachas de veneno
y de hastío y de miedo y de hojarasca. 

Una virgen fértil que ha sido la matrona 
de todos los hijos nacidos del temblor. 

Una virgen hecha de trigo y de sal, 
hecha del sudor del campo, 
del camino escabroso donde los pies vomitan su rabia. 
Una virgen hecha de ampollas 
y de la saliva de aquellos que reclaman entre alaridos, 
su derecho a ser amados.  
Una virgen que huele a vino y que hace la colada 
mientras canta canciones de la guerra. 

La más pura de todas las vírgenes es esta, 
que ha lamido tantas pieles como le ha dado la gana. 
Esta virgen que se ha abierto en canal para fundirse con la materia viva. 
Esta virgen ha hecho estremecerse de amor a la luna. 
Esta virgen se sorbe los mocos cuando llora
y se masturba cada noche evocando triples penetraciones. 







miércoles, 21 de mayo de 2014

Un acto psicomágico

No soy capaz de imaginarme,
o igual sí, nuestra muerte entre las sábanas.
Tengo derechos sobre ti
porque
dibujo tu columna vertebral en cada servilleta



y me sonríen las señoras en las peluquerías


y yo solo me pregunto

¿qué estoy construyendo?:

un líquido supremo, un timo,
la mayor de las falacias.

Pero la culpa es del tiempo.
Y lo absurdo es el tiempo
que se dilata y se contrae
sin ningún tipo de consideración.

Cada vez que se hace de noche
veo a Satán dándose un baño de multitudes,
silencioso y taciturno, y finge contener la alegría
de ser el hijo predilecto del nuevo siglo.
En realidad le da exactamente igual.
Digo Satán como podría decir Porno.

Pero digo Satán.   (Por varios motivos, básicamente es que fui a un colegio de monjas y siento nostalgia de la entrepierna de mi profesor de catequesis) 

Satán, que ya fue. Pero que siempre será,
como las madres, como los hijos,
como las manzanas, como todas esas cosas que son eternas.
Porque ser eterno es ya haber sido y seguir siendo.


¿Qué estoy construyendo?

algo de flujo flotando en el mar,
un trébol tuerto, una hamburguesa maniatada,
un obeso feliz, el sonido de la electricidad.
Algo muy pero que muy vivo.

Ojalá, el hombre de huesos retóricos.

me espía, 
mejor dicho;
deseo que me espíe.

lunes, 19 de mayo de 2014

Un cachorrito muy responsable con corbata y todo

Hablo con conocimiento de causa.
Miro por la ventana, es fácil evadirse, estoy llena de estímulos. Miro por la ventana y veo una estación metereológica con tres relojes que no marcan la hora.
Tengo tantas frustraciones como pelos en el cuerpo, me imagino una alopecia espiritual y venga, la liberación. Como si fuese comida, en teoría, rápida (exasperante porque tardan en servírtela aun siendo de pésima calidad).
Noto que me han quedado cosas en el tintero, breves resquicios. 
No me repugna nada, no creo en nada. 

Hablo con una tribu para entretenerme. Comen troncos de árboles y hacen bailes como el pogo. Se pegan y se aman.

Esta fase está siendo más larga que la habitual
Y yo grito y grito hasta que se me desgarra la garganta, hasta que mis cuerdas vocales ejecutan un golpe de estado sobre el resto de mi organismo y muero ahogada por ellas. Me encuentran horas más tarde colgada de una lámpara de araña por mis cuerdas vocales. Grito hasta que todos mis órganos se revelan. Mi corazón huye y luego se introduce por mi vagina y entonces palpita mi útero. Mi intestino delgado me maniata y me viola por el culo. Mi cerebro decide divorciase de sí mismo y, por ello, mi hemisferio derecho se convierte en un espaguetti y es expulsado por el lacrimal de mi ojo en forma de lágrima. Mientras tanto mi hemisferio izquierdo se entrega a una apasionada lucha de vida o muerte con el músculo de mi lengua: un beso eterno e inverosímil. Dantesco y algo doloroso pero no puedo dejar de gritar. La ciencia no se lo explica.
He nacido para hacerme daño y para molestar al prójimo. 

Un huracán es lo que necesito. 

Oración silenciosa

Nos gustaba predisponer nuestro tiempo al olvido.
Y ahora me descubro separando en dos montones
mis rencores de los tuyos. 

He cabalgado sobre nuestras cabezas

con la rabia de las cenizas 
y he recogido las flores engendradas por 
cada gota de saliva que huía de tu boca.

Ahora,

el viaje en esta especie de coche sin ruedas,
se hace realmente pesado. 
Pero tenemos tanta voluntad.
Al fin  al cabo nos han enseñado a aguantar, 
a vendernos por el precio justo
y a ser prudentes con las lágrimas. 
Yo simplemente 
creía que me iba a morir de amor
cada vez que las comisuras de tus labios 
rozaban tus orejas.


La cerveza reposa sobre mi escote 
y nuestros hijos no tienen nombres, 
y nuestros anhelos son la piel de un cerdo raquítico. 

Un dios maligno se queda con mis palabras exactas, 

me arrebata las letras que me harían libre
y soy incapaz de dibujar la desolación de mis pestañas.
El cansancio de mi apéndice, que ha desaprendido tanto. 

Me pongo el dedo en la llaga

y sale un pus más puro que el centro de la tierra. 
La sangre de esta herida está más limpia
que los pulmones de un recién nacido.
Porque he sido tan feliz. Tan feliz que
he sido capaz de expandirme tanto 
como un agujero negro.
He sentido tanto amor 
desde lo más profundo de mi cuerpo mediocre, 
que he sido capaz de engendrar lluvia. 

Camino con el miedo de bastón
y voy pudriendo el camino a mi paso.
Que me perdonen las cosas hermosas del mundo. 
Y que vuelva, por favor, 
el tiempo de las formas en el humo. 
El tiempo de los almendros que respiran.

martes, 13 de mayo de 2014

Esa vez. Creo que me mutilaron algo.

Aquí me escribo desde esta cárcel de fraternidad,
pegada a las paredes.
Hola Paula, ¿cómo andas?
Ando coja, gracias.
Ocupo toda la habitación como si fuese un gas tóxico muy sensible a los cambios de estación.

Me imagino volando como una trompeta, me refugio en la calidez de una voz rota, mis dedos van infinitamente más lentos que mi mente.

Soy enorme e ínfima
tengo tanto amor que dar, de verdad, lo juro. Pero ahora está escondido, con el culo apretado, en el fondo de mi saco estomacal.
No digo nada nuevo pero es tan cierta mi retahíla que la repito para que se convierta en farsa.


No me queda otra alternativa que vivir muy rápido y vivirlo todo,
aprovechar los momentos de tregua con esta herida crónica en los tejidos de mi espíritu
Y tengo recuerdos de la cotidianidad tranquila,
del tedio de cuando tenía siete años y rezaba todas las noches.


Tengo tantas ganas de llorarme la piel por los ojos y descargar este peso de existir.


Quiero ser un ente entero, sin fisuras. Solo con un par de ranuras en el lugar exacto para poder emocionarme con las flores.

viernes, 11 de abril de 2014

Los lugares comunes y una lágrima mórbida y yerma.

Me mató el puma. Solo  tengo recuerdos y estoy indefensa antes las gacelas gigantes de mi alrededor. Gacelas de ojos azules con colmillos largos, bellas y perversas. Giran y giran y chupan mi energía y yo no puedo huír. Estoy empapada de lluvia pegajosa y, sin embargo, el cielo está despejado. ¿Cómo es posible que viva anclada a tiempos tan breves? 

No siento amor hacia el mundo  estoy vacía, me abro en canal e imploro que entre el universo dentro de mí, que me salgan las estrellas por la boca y que el barro empañe mi columna vertebral. Que vengan las nubes en pelotón y que me crucifiquen. Que se me clave un trueno en el mismo corazón. Que toda la tierra del mundo, donde nacen las patatas y se pudren los muertos, invada mi cerebro y se cuele por las rendijas de mis ojos. 

No siento amor hacia nada. Solo un afecto leve por los cuerpos cotidianos. Estoy llena de rencor como un pajarraco sucio.

Si no me han tratado bien es porque no me lo merezco. Aspiro a ser algo entero, no sé el qué, pero no quiero existir a trozos, aspiro a estar compuesta de un solo ladrillo, maleable con las brisas. 

Me mató el grillo al que le chirriaban las cuerdas. Vuelo hasta Cabo Verde y vuelvo y nada ha cambiado. 

Es increíble el fenómeno por el cual lo ajeno se convierte en algo más propio que la sangre.  

lunes, 3 de marzo de 2014

La pura verdad explicada a un extranjero patrio.


Había una especie de hombre que me provocaba ganas de vomitar y otras muchas cosas. Entre ellas, la intuición de mil noches de droga y de caricias que no pertenecen a nadie. 
He sentido la excitación del peligro como un soplo muy caliente en la nuca y me he dejado llevar un par de veces. 
Añoro tanto la libertad de la madrugada que dura una vida entera, los huesos flotando y llorando en las nubes con la clarividencia de una piel curtida. 
Dame peligro, extranjero, te lo pido desde esta cárcel de paz. Dame de tu medicina universal.
Haz que me sienta en comunión con mi carcasa. 
Redirige mi rabia hacia la lucha. Hacia una causa. Dame un motivo. Haz de mi ira una canción.
Extranjero, hoy te añoro como si te conociese íntimamente. Como si en vez de unas pocas, hubiesen sido infinitas las noches de gasolina gratis. 
Te extraño, extranjero. Evoco tu caballerosidad absurda en el contexto de las cuevas que nos refugiaban. Las cuevas que acogían nuestras ganas de atragantarnos con la existencia.
Opino que nosotros, en esa embriaguez, dábamos más sentido a nuestra vida que una monja de clausura. A nuestra manera éramos los guías espirituales de nosotros mismos. 

También teníamos tiempo para la alta cultura. El blues de  los blancos. La literatura de rusos borrachos. Eric Burdon. Borges. El Ballantines. Nosotros habíamos leído, teníamos los argumentos suficientes para sentirnos dignos. 

Extranjero.
No he podido darte amor
No sé. Espera. Mentira. No sé. Dudo. 
Nos hemos dado amor, en cierta manera. Un amor tierno y perverso y libre y maniatado. Una reciprocidad casi pactada. Un pequeño amor que nos ha construido, un pequeño amor que nos ha dado consuelo cuando otros nos lo habían arrebatado. Me has hecho sentir bella y yo te he hecho sentir revolucionario. Te he hecho sentir que cambiarías el mundo. Tú y tu voz ronca.

Quiero que vuelvas un rato, extranjero. Quiero hablarte de mí y quiero que entiendas que amo a un príncipe compuesto de flores y de centeno. Quiero compartir contigo la plenitud de mi alma cuando él me llama guapa. Quiero contarte secretos. Secretos nuestros y de nadie más. 

Extranjero, añoro nuestras caras dormiditas de niños malos y felices. Quiero un millón de últimas noches. 
Sálvame de la certeza. 



jueves, 20 de febrero de 2014

21:23

Oigo la llamada tímida de la tierra, ¿cómo te ha ido, hija mía? Me pregunta con su voz vieja y triste, voz de marfil fragmentado. 

Entiendo muy poco de este idioma inventado por las flores: el idioma de las cortinas 
que se mueven muy suavemente 
por la brisa de la media tarde. 
El olor a musgo en la cara de un hombre. 

Pero yo le respondo a la tierra, porque a la tierra hay que responderla, hay que respetarla porque es ancestral y porque se ha tragado a mis antepasados y porque aguarda con paciencia también mis células. 

Y le hablo a la tierra. Y así le hablo a la tierra: 
Mi mente me engaña y afea el mundo y se me suben los colores a las mejillas y mi boca fabrica dolor abdominal en los cuerpos que me aman.

Tengo miedo, como siempre.
De la soledad y de la tristeza que se engancha a la suela de los zapatos como papel higiénico manchado por cualquier culo miserable. Del otoño y de mi voz carcomida por mi misma, por mis gritos que no entienden nada.

Soy incapaz de parar mi cabeza. 
Soy masoquista en mis pensamientos enfermos, llenos de pus y de mierda y de veneno. Soy tóxica para mis mismas entrañas, soy tóxica para mi trozo de hígado que respira por el mundo.Tiene rizos y tiene un nombre medieval (mi hígado).
Y digo todo esto tranquila. Sin el menor signo de orgullo herido. Con los ojos secos y mi consciencia que a ratos flaquea,  pero que ahora se mantiene despierta. 

Me siento atrapada en una inercia. 
En una cárcel dialéctica que atenaza mi cerebelo 
y, joder, también mi espíritu. 
Porque soy una masa de vísceras, pero 
amo tanto, 
tengo una cantidad tan ingente de amor
en mis manos, en mi vulva y en mi pecho
que soy capaz de espiritualizar la pata de una mesa. 



viernes, 7 de febrero de 2014

Una confesión de mota de polvo, de hijo de grano de arena

Un oasis y ya consigo ser feliz en esta maleza dentada,
"suelta la armadura" dice el amor de mi vida. y yo le hago caso y me muero de miedo dentro de mi caos, Relajo los hombros y mis ojos se convierten en hermosas cataratas. He visto algo de mundo, poco, pero algo sí. Guardo mil sensaciones en mi córtex y cojo dos trozos de piedra y comienzo a querer hacer fuego, primero una chispita y luego una hoguera prodigiosa.
Soy muchas cosas, buenas y malas a la vez. A ratos no me encuentro, me desvirtúo, me hago roedora y cáliz de cálices. Contengo las mil maravillas del mundo y también el infierno. Dios mío, entre mis pechos, bajo mi ombligo, sobre mis sienes se almacena el infierno, me acabo de dar cuenta y entre toda esta catarsis yo me estoy muriendo del amor que se empeñan en proyectar mis manos.
Mis células están hechas de rabia reseca, estoy formada por la rabia de todas las mujeres de mi familia. Tantos ovarios enfadados, tantas lágrimas retenidas en mil pupilas antiquísimas, tantos puñetazos al viento, tantos ruegos de amor enquistados en las mandíbulas de mis tatarabuelas. Tantos besos prematuros. El grito curtido de las gaviotas.

Todo eso, me compone,
me define,
da nombre a mis noches en vela
rogando a la luna que me mire.
Una mirada sólo, luna malvada.
Mírame una vez, como si me amases,
y yo me callo, luna mala.

Miro mi reflejo y me veo recién salida del horno. Algo falla.
Soy muy joven ¿Por qué esta tristeza existencial?
Como si hubiese sido viuda cinco veces, tenido cuatro partos y bebido mucho whisky. Como si tuviese una cicatriz incurable en el alma, como si hubiese sudado un millón de aguas saladas, como si hubiese mamado cincuenta millones de poemas. Triste como si tuviese el pelo blanco y el corazón fatigado. ¿Qué le pasa a mis lacrimales que cobran por segundo llorado? ¿A que viene este vacío?
Como si yo fuese una alcachofa descorazonada.

Espuma, destellos y carne. Obviamente.

martes, 4 de febrero de 2014

Yo solo quiero tomarme tranquilamente una cerveza

Rápido rápido sin pensar demasiado en el estraperlo,
en los sentidos corrompidos por las pastillas
de colores pálidos como un arcoíris con hepatitis.

Necesito la noche que me crió ,
la noche que me hizo mujer.
Decido la paz en supositorios,
necesito la noche que me hijo mujer.
Esa noche en la que no importa el camino de los pies
y el hedor de las bocas que buscan besos sorpresivos.
La noche en que me enamoro en cada esquina
de cada mujer, de cada, hombre, de cada perro.
Las noches que parecen no pertenecer a ningún día,
necesito sentirme jodida en medio de una euforia más jodida que yo,
necesito mi mandíbula en Pekín y mis hombros relajados,
porque soy joven y bonita y me lo puedo permitir,
Las drogas, las drogas buenas, no esas que me da la señora del flequillo,
drogas ricas, drogas buenas que me hacen conocer a Jesucristo en la pupila de mi amor,
me hacen TUTEAR a Jesucristo en las pupilas de mi amor.
Las noches de marea alta en las que me ahogo en mis vómitos,
pero son vómitos vivos, joder, con vida propia.
Vómitos con sus propios cánticos y sus propias religiones.
Las noches de pelos teñidos y mentiras piadosas.
Las noches que duran lustros.
Quiero estar viva, quiero morirme de vida en vena.


El loquero y los ciervos cojos

Miro alrededor y veo personitas a medio hacer que sufren mucho. 
Están aquí porque no aguantan el peso de vivir y porque alguna vez han deseado morirse partidas por un rayo.
Yo estoy aquí porque grito sangre cada vez que algo me duele, me retuerzo cuando río. Mi euforia se articula mediante una angustia eterna que se almacena entre mis pulmones. Mi tristeza está constituida por una asamblea de saltamontes ancianos al borde de un acantilado en llamas.
Los días pasan y yo me tomo esas drogas que me dan. Algunas me gustan porque me dejan el cuerpo liviano y la cabeza me pesa como si fuese de cemento y tengo la sensación de estar metida en un útero ajeno. Un útero que no es el de mi madre. Un útero de una madre de otra raza, muy lejana y muy antigua. 
Estoy tan triste que mis órganos sonríen vagamente, muy cansados, como dándole la razón a una fuerza mayor sobre un tema que se me escapa. 
Cada día noto menos el dolor de mis compañeros. Me hago inmune a sus lamentos doloridos, son como ciervos cojos que solo necesitan un poco de agua. Pero el agua no existe en nuestro mundo, es una quimera de eclipse de luna. 
Me muero de frío, dame, diosito de mi infancia, una manta de lunares térmicos. Hasta las flores me lloran, diosito de mi infancia. Hasta las flores me lloran. 


Introducción a la melancolía

Noto que los estímulos me entran por todo el cuerpo y sufro de sinestesia.
Huelo con los ojos y mi piel se maravilla contemplando la luna.

A veces es más fácil luchar con uñas y dientes y quedarse sin sangre que mantenerse quieta, esperando, pasiva, a que las cosas pasen. Es curioso, a veces el instinto de supervivencia es una lacra. Siempre he defendido lo primario y ahora dudo. Me gusta el látex fosforito y me siento atraída por la prefabricación de las formas curvilíneas de los cuerpos de mujer. A un nivel teórico me he vuelto sibarita en mis modales. 
En cierta manera, el cuchillo afilado es preferible guardarlo en un saco de algodones y abrir los brazos en cruz y darse un poco a los males de la vida. Dejarse hacer como un muñeco impertérrito.
A mí me cuesta entregarme, soy de las que muerdo, de las que araño mi cuerpo y mi alma en busca de respuestas. Grito desesperada y no soy capaz de esperar. Me tiro de los pelos y siento terror con la incertidumbre de haber nacido medio enferma de espíritu. 


domingo, 12 de enero de 2014

El átomo incorruptible

Miro. Miro con capacidad de luna preñada de sal.

Y miro las estrías de la pared
me hablan de seísmos y de la ira de una mujer que ama.

Esta cosa tan de la tierra, tan de los gusanos, tan de correr y abrir los intercostales de forma desmesurada, de manera que se den de sí, y que el diafragma explote y que las fosas nasales engullan el cuerpo. Esta cosa tan de engendro que solo quiere vivir.




Después de pasear con mamá sin haber hablado de nada concreto.

Aquí estoy delante de mí misma, que ya es mucho.
Estoy a punto de ser mayor.
Las cosas que calman siempre calman. El mar, por ejemplo.
A veces he conocido a gente que habla de cosas místicas y de pieles que se conocen o que no se conocen. Yo los escucho y saco conclusiones en ese momento, que posteriormente no tienen ninguna validez. ¿Qué más puedo hacer?
Es que soy pequeña y pienso mal. Eso sí, escucho con mucha atención porque me gusta ver cuando la gente se apasiona cuando habla.
A mí, querer me duele mucho. Es como si tuviese todas las terminaciones nerviosas al aire y un elefante me las estuviese lamiendo constantemente.
Se tarda mucho en aprender las cosas y luego cuando las automatizas en tu cuerpo es que como si las supieses de toda la vida.
Yo tengo un amor que es todo boca y cejas. La forma de su cráneo es divertidísima: tiene la frente amplia que invita a ser acariciada y luego tiene una especie de hendidura en la parte superior de los pómulos. Tiene los dientes desordenados y cuando se ríe a carcajadas es como si los dientes le bailasen dentro de la boca. Sus cejas son poderosas y nunca engañan, son honestas con él mismo. Sus cejas son dos ancianos muy sabios que reposan en en el lugar exacto. Tiene ojos de almendra, tan bonitos que dan ganas de llorar si los miras fijamente. También dan mucha hambre sus ojos de almendra, dan ganas de saltar de alegría y darse un baño en un río. Tiene las orejas pequeñas, parece que estén hechas de barro por un alfarero profesional, por el más excelente del gremio. Tiene una barbilla tranquila, muy consciente de sí misma. En su cuello se almacena la fragancia más tierna del mundo. Huele a pan, a tierra mojada y a melocotón. Sus clavículas son dos barras tímidas pero firmes protegidas por una capa fina de piel. Sus clavículas laten y cuentan historias graciosas. Son muy ingeniosas sus clavículas. Sus brazos son fuertes y delicados, podrían moler a alguien a puñetazos y, a la vez, podrían sostener a un bebé prematuro. Su torso es terso y estrecho, siempre es cálido. Es fantástico para llorarle encima o para soñar con bocanadas de aire. Sus piernas son kilométricas y desembocan en unos pies cubistas que él mismo se construyo antes de nacer. Mi amor es apto para la vida. Tiene un pene que un día pasó por el taller. Su pene es hambriento y generoso. Cada vez que crece es como si se dispusiese a rezar.