el sexo enmarañado en las pestañas,
la sed miope que se posa en la garganta
y el dolor estival que se despereza entre pecho y espalda.
la vida cíclica del dedo índice,
que se retroalimenta de su señalado consecuente,
el azar, los limones, el abrazo al diccionario,
la jauría hambrienta que dormita entre los muslos.
el masoquista feliz y su asfixia asistida,
el párpado con cadencia de plomo,
los días, los siglos, el polvo.
esta oda a las cosas muertas.
no me juzgues,
llevo a cuestas el peso del periplo de una gota de sudor
jueves, 14 de julio de 2011
MI BÍPEDO Y SUS CIRCUNSTANCIAS
que aglutine todos los puntos de vista
(los más ecuánimes y los más absurdos)
que venere a todas las deidades
(monstruos, hadas y demás fantoches)
y que tenga un paladar sano para saborear castillos de cal.
(y paredes de arena)
que me vista y se desvista
(aleatoriamente)
que taña con esmero un arpa persa
para concebir nanas y así dormir a todos mis abortos.
Respecto al tiempo: que sea circular y avaricioso, que sea muy tacaño,
que se gaste lentamente. Convertido en una masa maleable e incolora,
(indolora), sobretodo
lunes, 11 de julio de 2011
si més no, totes les morts són per encàrrec
malsonante y pecador,
merecedor indiscutible
de que te diseque y te plasme en mi salón,
junto al cura y el pelícano.
La verdad es que no tendría ningún reparo en sacarte las tripas y comerme tu intestino,
hacer un corte transversal de tu carcasa para que la sangre fluya libre.
Todas tus ideas, pretensiones y demás cigotos de expectativas futuribles,
se posarían en la capa invisible que separa los cuerpos, ornamentando (o envenenando) su pésimo vaivén.
Ahora
estás seco, como una pasa magra
te coloco en la encimera, junto al cura y el pelícano.
y te quedas ahí,
desnudo, patético.
merecedor indiscutible
de que te diseque y te plasme en mi salón,
junto al cura y el pelícano.
La verdad es que no tendría ningún reparo en sacarte las tripas y comerme tu intestino,
hacer un corte transversal de tu carcasa para que la sangre fluya libre.
Todas tus ideas, pretensiones y demás cigotos de expectativas futuribles,
se posarían en la capa invisible que separa los cuerpos, ornamentando (o envenenando) su pésimo vaivén.
Ahora
estás seco, como una pasa magra
te coloco en la encimera, junto al cura y el pelícano.
y te quedas ahí,
desnudo, patético.
miércoles, 6 de julio de 2011
#00
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