viernes, 23 de septiembre de 2016

Águila y dragón

amor, te miro mientras duermes y siento que nunca va a ser demasiado tarde.


En este estado de inconsciencia tan vulnerable me pareces, sin embargo,

una duna rotunda: consistente y volátil a la vez.
Te sostienes en el justo medio y por ello te siento irreductible.

te miro y entiendo la armonia de los ciclos.

Entiendo la lógica del paso de las estaciones.
Entiendo las mareas y el proceso de las nubes.

Te miro y entiendo muchas cosas que no existen en el plano del lenguaje.


Estás conectado con lo primordial: con el sudor y con el mecanismo de las lágrimas.

Estás vinculado con la esencia del movimiento vivo. Eres un ser que no tiene fin, porque estás fusionado con el flujo mismo del Universo.

Naciste dentro del sol y por eso desprendes alimento.

También eres agua porque vives en el mar
y calmas con ternura mis incendios.
Eres tan limpio que me dan ganas de llorar.

Eres poderoso. Incluso así, entregado a nuestras sábanas.


te miro y siento que nunca va a haber un demasiado lejos,


No puedo expresarme con demasiada coherencia cuando hablo de ti

porque te me clavas dulcemente en el abdomen
y me siento un poco torpe, rebosante de un calor suave que me empuja a bailar.

una semilla no habla y sin embargo no es muda

la tierra no perdona y pronuncia mi nombre. 
La tierra: atragantada por las raíces, los bichos del subsuelo,  las aguas fecales.
Pronuncia mi nombre. 
La tierra de las semillas, la tierra del asfalto y de los melones. 
la tierra del ferrocarril 
La tierra de Monsanto y de las chamanas. 

Y me tumbo para entregarme a la tierra y muerdo la tierra y la tierra me engulle. 

Y para mi desconcierto, hay una fiesta en el infierno. 

Sin embargo,

me falta ritmo en las  palabras y en mis funciones vitales. 
Existo a trompicones, como vivir en el vaivén de la tos. 
Recuerdo levemente el fluir acotado de la sangre en el circuito cerrado. 
Un fluir paciente y concienzudo. 
El fluir de la sangre que fluye responsable y meticulosa 
con el único fin de agotar las existencias.
Y siento como el fluir de la sangre es una falacia. 


Te lo juro por mis trompas de falopio: soy una farsante. 

No sé muy bien en qué finjo, pero sé que finjo.
Siento claramente que he vuelto al punto de partida. 
Por otro lado, nací desorientada en mi propio líquido amniótico 
a la deriva es mi modo espontáneo de moverme.


Retomo mi discurso en medio del caos 
y el universo se mide en puños abiertos y puños cerrados, 


Tengo capacidad de expansión, pero hasta un punto concreto. 
Me topo, en cierto momento, con un muro de contención e implosiono. 
Y a veces hasta me vomito encima.
Me salen estrías en el alma de tanto crecer y menguar. 

estoy pasando una época rara: he abandonado la ética y me ha abandonado la estética. 
Me llamo Escalofrío. No es es demasiado tarde, amor. 
La vida da tanto miedo.