sábado, 16 de octubre de 2010

Apología de la ira

(entonces ¿vivir era esto?- preguntó Tuermacko en su lecho de muerte)

Os mataré por frivolizar con lo escatológico, por convertir las manos en burdos instrumentos de bricolaje. No hemos venido para eso, joder. Estamos aquí para morirnos en medio de un escalofrío y recuperar el aliento rebobinando nuestras vidas.
Estamos aquí para no estar. No existir, ser conceptos abstractos que todavía no han sido concebidos. Hemos venido a jugar con la sintaxis y con los prepucios.
Yo os prometo dolor y placer a partes iguales, y en el centro de ese inquietante equilibro descansarán nuestras rótulas fluorescentes por residuos radiactivos, como estrellitas de neón.
Tenemos derecho a percibir, a decir y a hacer lo que nos de la gana porque nosotros somos los esperpénticos hijos de la luna, la suerte de los desdichados, la luz.
Muerte a la masa, viva el individualismo altruista y gocemos, revueltos pero no juntos, en el bacanal de los bacanales, en la orgía suprema la cual es el motivo de nuestras
patéticas existencias.
El populacho miente cuando dice bello, el terrorífico grosor de sus venas me hace daño .
¿Que qué es bello? Yo os diré lo que es bello, mierda yo os lo diré. Bello es genitales inexpertos y abdómenes fértiles enredados sobre hierba urbana. Bello es desgarro simultaneo de entrañas desconocidas, bello es la mimetización de un cuerpo y otro cuerpo e incluso otro cuerpo.
Bailemos para celebrar el fin, para sudar los tumores, los temores.



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