lunes, 6 de septiembre de 2010

A estas alturas de la vida qué más da quien pierda.

He tenido tres deslices este año, tres deslices reincidentes, me refiero. Un Jesucristo de los bajos fondos, un escritor hitleriano con acento andaluz y un pulcro abogado que sorbía el café con la nariz. El primero me lame los muslos con sublime delicadeza poética y luego me dice que la vida consiste en ir tirando. Mal fario, error de cálculos, apocalipsis. El segundo tenía un inquietante e irritante lunar en el párpado derecho que me miraba con rencor. Adiós man. El tercero, el más dolorido y no por consecuencia el más doloroso, hilvanaba mis sueños con sus desesperados sonidos guturales, y yo me lo creí. Sin comentarios.
Ahora, me dedico a reflexionar sobre la autopsia de mi yo del pasado, a colorear el autorretrato cubista de mi yo del futuro.


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