domingo, 14 de noviembre de 2010

Malus domestica

No hablo otro dialecto que el de los dedos, el lenguaje de la saliva, las sombras y la cerveza.
No tengo otra partida de nacimiento que esa mancha en el tobillo. Es evidente y es macabra.
Luthier y catalán a partes iguales: por cada represión un tumor, por cada chasquido cincuenta calorías perdidas en un vaso de agua,
por cada noche a la intemperie tres sarpullidos, por cada matiz cincomil gamas.

y la gente sigue comiéndose manzanas verdes mientras camina por la calle
y es tan elegante
y tan saludable 
que me da asco. Odio las manzanas, con toda la fuerza que mis sienes me permiten,
son el tedio manzificado, el horror hecho fruta, la muerte es la manzana. La perdición
pasiva del populacho.

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