sábado, 24 de julio de 2010

La felicidad no vende. Vende el desgarro, la amargura, el colofón.



no sé amar tranquilamente, como quien pinta una pared
como quien respira con la certeza de que mañana seguirá respirando.
Mis amores son obscenos, descarriados,
alguaciles mañaneros, moribundos, delirados.

absurdos como escrúpulo estructurado,
como poeta sin bombín,
como piel sin surcos,
como sexo premeditado.

no sé amar tranquilamente, como quien se come una cereza
como quien procede a acariciarse la mandíbula con un sílex.
Mis espasmos son extremos, desesperados,
maquiavélicos, terroríficos, desgastados.

encontremos la belleza porque sí.
el dolor más inhumano hasta ahora existente
es el producido al morderse los labios hasta sangrar.
la crueldad más inteligente consiste en permitirle vivir,
para obligarle a matar.

no sé amar tranquilamente, como quien se pone un pantalón,
como quien dibuja sapitos en el reverso de su mano

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