miércoles, 6 de abril de 2011

ojkhé en vida

Las grafías agrupadas en guetos se han divorciado del diccionario y vierten sus significados en un pozo psicodélico. Caos lingüístico en un aire irrespirable, conquistado por letras al azar que forman vocablos nuevos, tan reales como este sudor frío de tu nuca. Alguien grita, acorralado por diversos significantes abyectos que buscan en lo abstracto algo definible, algo fácilmente representable para llenar sus entrañas de algún sentido. Lo definible flota en el ambiente aparentemente ajeno al desvarío metalingüístico, las ideas fornican entre ellas con la libertad que les da no estar delimitadas por alguna palabra. Los conceptos se mezclan, se fragmentan, se humedecen, se superponen y gozan con virtuosismo hedonista. Esta verdad es tan cierta, tan deliciosa; los signos de puntación deciden clavarse en las palmas de nuestras manos y toserse mutuamente. El mundo deja de ser mundo, porque la definición de mundo ha sido absorbida por la definición de vello púbico, el amor se convierte en una herramienta de jardinería y el mar es un patatal. De golpe, lo dormido, lo indecible, lo más mágico en su versión degenerada estornuda y explosión, matriz de realidad, silencio y se hace la nada, que sí, que es la nada, pero en realidad es el todo. Un todo tan definitivo, tan verdadero que carece de dimensión y de profundidad. Un todo que aglutina todas las nadas, todos los todos y todo lo siento, pero yo, me, a h o g o , se me llenan los pulmones de todo y un circuito ciego, adiós.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario