martes, 10 de enero de 2012

de cuando una se quiebra

lo salvaje es lo esencialmente libre, somos pura rabia,
puro mecanismo de engranajes, pura masa gris, me libero con la melodía de nuestros huesos al golpearse, las pieles se abomban y los recovecos de nuestros cuerpos se convierten en extensiones kilométricas.
me vierto en tus pupilas dilatadas que me ruegan piedad, y no puedo evitar dejar que me duelas en las piedras del riñón, que espantes mis fantasmas a base de narcóticos, que me comas el hígado crudo.
Me arrodillo ante la pureza de tu ira, ante la delicadeza de tus patadas a lo etéreo, a lo inconexo, a las fuerzas abstractas. Permite que me hipnotice con la danza de tus puños, con el vaivén descarnado de tus uñas arañando el cosmos. Te adoro porque eres la furia viva sin paliativos, el ardor del mundo entero en menos de 170 centímetros, la rabia de haber sido concebido en un útero oscuro.
Y yo, te entregaré a mis muertos, te lameré los golpes,  porque tu sangre se ha diluido en mi sangre, y ya no hay salvación, ni remedio, ni cielo, ni aplomo. 


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