sábado, 7 de enero de 2012

del mirar a ciencia incierta

Imagínate, me cuesta tragar la saliva porque me dirijo a ti, focalizo las maldiciones de mis entrañas y entonces, me cuesta tragar mi propia saliva, que me sabe como saliva ajena, como si la mía me hubiese sido arrebatada, arrancada de cuajo por alguna criatura mitológica.
Mi propia saliva nacida de las glándulas cercanas a mi lengua , imagina mi impotencia, mi propia esencia es rechazada por mi organismo como un ser extraño, como un veneno rancio que busca la destrucción de mis pulmones.  El cerebro me funciona a trompicones y mi termostato está atrofiado.  Mi dignidad escondida en el estiércol, fingiendo ser consciente de sí misma, se disfraza de payaso y canta rancheras a la luz de una sala de operaciones. 
Maldigo la euforia enfermiza que me producen las cosas bonitas como, por ejemplo, la respiración en general o la yuxtaposición de nuestras piernas.


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