domingo, 13 de febrero de 2011

eh, un momento

Una nostalgia tan clavada en las entrañas, tan agazapada entre las tripas como una bola que ni sube ni baja. Y así de pronto la mujer de los ojos de sapo que es tan bonita con sus cuencas enormes y sus labios torcidos y su nariz que no se fía ni de su propio perfil y su cajetilla de cigarros entre una maleza profunda y un pelirrojismo agudo y yo, ¿qué quieres que haga yo sino admirar en silencio su forma de desdeñar las olas que se arrastran para lamer la orilla? Finjo que siento algo cuando me pasan cosas. Pero no. Estoy perdida y sé perfectamente en dónde y de qué manera y qué tengo que hacer para dejar de estarlo, pero mira no sé, la perdición es caprichosa, y yo tremendamente débil.

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