lunes, 7 de septiembre de 2015

El problema de los universales en un mundo medieval

Aquí estoy
empapándome de las nuevas modas,
de los nuevos medios,
de mis cien mitades.
Pero, por lo visto, soy impermeable.
Estoy hecha de chubasquero y me lluevo encima y no me mojo
y me trueno encima y constantemente me electrocuto.

¿dónde pastan tus vaquitas?
Las mías en un limbo geométrico donde el lodo es gelatina.

pienso en una especie de lago doliente con mil contracturas. Muy quieto, para no quebrarse,

[En algunos momentos es posible concentrar en el estómgao un trocito de toda la energia del universo. Pero a veces el cuerpo no puede soportarla y sufre espasmos para liberarla. Náuseas. Y entonces, te sientes tan ridículo, tan alimaña, porque ahora el aliento te huele a electricidad podrida.
El trozo de toda la energía del universo se te ha escapado por los conductos gástricos en forma de bilis marrón.]

La paz acecha pero no acaba de instalarse.

Por otro lado:
hay algo en algunos ojos que me gusta.
por supuesto, es en aquelllos donde me veo, donde me reconozco dormida, agarrada a una almohada paradigmática.
Me gusta verme reflejada en el prójimo. Es un instinto, imagino, tan primario como seguir naciendo mientras se nace, como no paralizar el propio nacimiento en un arranque de rebeldía primigenia. 

¿QUÉ HACER CUANDO NOTAMOS QUE VIENE EL LOBO? 

PUES PRECISAMENTE correr hacia el vientre materno y pedir permiso para pasar la noche al abrigo abandonado de la matriz de la mamá. Si el permiso es denegado pues vamos al camello más cercano que es, podríamos decir, como una especie de matriz ortopédica que nos ayuda a contar lunitas cuando hiperventilamos. 

Yo, personalmente, (Yo, animalmente) 
siempre he empatizado mucho con la obesidad,
con la droga, con la iglesia, con el incesto,
con los vicio más prosaicos.
Con explotar y dar la vuelta a la tierra diez mil veces.




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