domingo, 4 de septiembre de 2011

Barcino t'estimo

Es un querubín ciego quien vela los sueños de esta ciudad desagradecida, que se empapa los pies en orín de hada, que gime dolorida a todas horas porque la muerte siempre es igual de prematura.
Sin ser reacia a desestimar el punto álgido de la decandecia, insensata ciudad, insensata decadencia,
que no sabe que en tiempos de abundancia hasta las vacas flacas tienen sobrepeso.
Bienvenidos los centauros invertidos con cabeza de caballo y piernas de esquiador,
las mamás sin útero, los tórridos rezos de Santa Teresa, la quemazón en las entrañas,
rasgos prosódicos y demás posaderas, bienvenidos a esta maldita ciudad que nos ha desvirgado a todos. 
¿Dónde estaba Dios cuándo la piel se hizo pellejo? borracho en el gótico, posiblemente.


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