lunes, 14 de noviembre de 2011

la ceguera es rimbombante



Veo un sello que nace de una acacia
y  unas papilas gustativas deformadas de tanto chupar sobres:
“mi más sentido pésame a la octava maravilla”.
Veo mi sangre ninguneada por una ardilla ¿te lo puedes creer? Mi sangre rebajada a mero espesor granate, mi sangre sin perspectivas de oxigenarse, de atar plaquetas con plaquetas y salir disparada de mi esternón en forma de chorro dirección a Saturno.
Me pinto las venas de un color salado y me hago preguntas:
“he aquí mi honradez , las ganas a partes iguales de ser devota y  devorada.
Desearía confesar cosas y desencajarme la mandíbula, ir desnuda y dignificar el temblor de la luna en el agua”.
Veo el lenguaje zigzagueante recorriendo las cabezas de mis prójimos
y un elemento extraño que entorpece el camino:
“un perfecto cuadrado que supura besos”
 Me concibo a mí misma como un cáliz derramando miel a borbotones.
Veo mis ojos mirando y la dimensión adquiere un significado ligeramente inquietante:
“dos organicidades peleando sobre un colchón y el ritmo constante de las pieles respirándose”
he aquí mi perdón, mis pretensiones de no ser perdonada. 








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