lunes, 30 de abril de 2012

Zarzamora doliente




es enemiga del rosal
la verborrea que vomitáis todos vosotros,
hombres de lo que me he enamorado. 
Me gustaría comunicaros
que estoy maldita
y que vosotros estáis malditos.
Os hablo desde mi sepulcro.
¿me oís distorsionada,
como un espectro que vocaliza mal?
Espero que no. Ante todo la estética.

Sois todos el mismo eco,
que sale de las profundidades de mí misma,
del eje incierto que atraviesa mi perineo
pasando inexplicablemente por el útero.
Querría invitaros
al sudor emponzoñado
de debajo de las camas
en las que hemos charlado sobre metafísica.

Yo querría con vosotros:
plantar un campo de coles
y explotar racimos de uvas
como si fuesen almorranas.
Oler a maíz y a asesinato.
Todas esas cosas que unen más
que el santo sacramento.
Quiero que apestéis a manido.
Quiero que el feto que almaceno
entre las bambalinas de mi vientre
lleve un conglomerado de vuestra sangre.

 Pero por suerte
todos nosotros somos patéticos.
No nos hemos salvado de la nimiedad.
Ni de la tragedia griega.
somos tan mediocres que ni tan solo
nos hemos salvado
de ser rescatados de caer en desgracia.
Hombres de los que me he enamorado:
yo os lloro, 
como si fueseis vosotros los incinerados. 

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