lunes, 14 de octubre de 2013

Con estas palabras me enseñó a hablar mi abuela

Me sentiré en armonía con los objetos que toco, con las pieles que me rozan, con los pensamientos que cruzan mi cabeza en forma de ondas con consistencia de piedra.
Gritaré con todos los canales abiertos y me sentiré limpia. El sol me ama. Captaré los mensajes de la naturaleza con la humildad de los robles, que respiran en silencio. Este dolor será como una nube suave que me irá saliendo por los ojos poco a poco, en pequeñas dosis. También el mar me ama. Y el frío. 
Seré como un junco, seré un colibrí con ínfimos pulmones llenos de amor. 
Noto un núcleo de amor entre costilla y costilla, noto que estoy hecha de amor. Que cada gesto mío nace de la pureza, del centro de la vida, que nace mucho antes que yo, que es viejo y joven. Noto mis gestos en eterna suspensión como un diente de león flotando en un campo de trigo. Estoy hecha de trigo, de tierra, de sol y de mar. También me ama el suelo que piso, me ama el espacio que ocupo. Me siento acariciada por el espacio que ocupo. Siento que mis dedos respiran. 
Soy un alga que late lentamente.
Soy un cubo de cristal: un haz de luz me protege las aristas.
Soy afortunada.
Me duele por debajo del pecho porque estoy viva, porque mi corazón está en la misma tonalidad que el universo. Me duele bajo el vientre porque respiro, porque mis células envejecen, porque mi cuerpo cura sus cicatrices a base de soplidos de mar. Me duele bajo la garganta porque siento mi esencia viva en cada dedo, en cada poro. Siento mis dos orejas vivas, mis ojos ávidos de vida, mis hombros que se expanden para dejar que el dolor se deslice de mi cuerpo con dulzura, 
Siento que cada segundo me curo. Y no es que la herida se cierre, no es eso, eso no. La herida se transforma, cambia muy lentamente de color. Extremadamente lento. Lento en el sentido del Universo. En ese sentido, lento. En el sentido de como se mueve la luna.
Me refiero a la vida en el sentido de ser vivo, de ser que nace, crece y muere, en el sentido de vida viva y no en el sentido de concepto abstracto, de camino, de una serie de aconteceres. No, eso no, no me refiero a eso. Hablo de la vida concreta: de un bebé que llora, una mujer que menstrúa, un perro que ladra. Esa vida es más catártica que el arte. Qué delicia esta consciencia. El secreto me ha sido dado. 

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