Estoy viva.
Puedo mirar el sonido de las gotas de lluvia cálida mojándome las ideas,oler las palabras que me acarician el corazón, tocar los suspiros de millones de seres que me estremecen lo más profundo del alma.
Puedo sentir, sentir, sentir, sentir.
Vida. Es todo y es nada. Es un delicado lienzo, perfectamente perfilado. Perfectamente imperfecto. Amo cada imperfección de este sencillo milagro. Sin exaltaciones. Es simplemente vida. Todo mi ser llora y tiembla por haber descubierto este secreto tan bien guardado.
Después de este hallazgo ni siquiera los cristales afilados de la angustia, rotos en mil pedazos pueden arañarme. Ni siquiera el insoportable olor a rancio de los errores pasados que se pudren en las paredes del alma pueden frenarme. Ni siquiera las lágrimas evaporadas en el ambiente por no haber sido lloradas a tiempo me pueden cegar. Ni siquiera el gran peso de mi corazón oxidado por haber pasado tanto tiempo a la intemperie de la confusión puede hacerme caer. Ni siquiera los gritos amargos de la soledad de mi espíritu, que desgarran las delicadas pero resistentes fibras del alma pueden ensordecerme.
No. Nada puede. Porqué soy libre. Porqué estoy viva.
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