lunes, 13 de julio de 2009

Vida de una melena acalorada




Entre la libertad condicional
de estos sudores
y el desparpajo metálico
de estos dolores,
una no se aclara.
El dialecto senil se calla
y la lascivia se dispara.
¿Donde guardais los amores
de quita y pon?
Y... ¿donde está el lavabo,
por favor?

Y es que no te conté,
que grababa tus gritos
en discos de vinilo.
Guardados por fechas y colores
sin más orden, que el kaos mental
de los librepensadores,
y sin más protección,
que la digna soez de las masturbaciones.
Aunque tú tampoco me dijiste
que era tu mano quien
doblaba, limpiaba,
custodiaba y besaba
mis sueños y delirios
de cuando no acepto en mi cama
ni a hombres ni a mujeres ni a subsidios.

¿Por qué no se ha marchado
la lujuria contenida
de los que ya se han olvidado?
Porqué yo aún tengo tus gritos,
en mis discos de vinilo.
Porqué tú aún tienes mis delirios
en tus manos de hado de poemas prohibidos.
Mi problema es que tus alaridos
me corroen, y yo no quiero destruirlos.
Tu problema es que mis sueños te desgarran
y tú no quieres que vuelen,
que se marchen, que se vayan.

Entonces era verdad!!
Era verdad que no existe la mentira,
solo la verdad presumida,
o la verdad afligida,
avergonzada y suicida.
Era verdad que nuestras realidades
son un conjunto de relatividades
con lógica de loco
que no creé en las casualidades.
Y...¿donde está el lavabo,
por favor?
Es que me excita hablar de filosofía
antes, durante y después de la orgía.
Traéme una postal de la Habana.

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