jueves, 9 de julio de 2009

Que como dice Ana Belén, para entrar en el cielo no es preciso morir



Venga, métase dentro de mi pantalón
si tiene frío, si tiene miedo,
pero sobretodo si tiene calor.
Únase a la fiesta de la enajenación
de los que ven la vida con gafas bicolor.
Entre! , que aquí dentro caben todos:
Predicadores sin censura, ventrículos
desconectados y sin cobertura,
lunas temblorosas y huesudas,
amantes desquiciados que
se acuestan con casadas cornudas,
niñas sin pelos en la lengua
con complejo de tartamudas,
perras y gatas apareadas
sin protecciones,
y como no, la reina ausente
de las decepciones,
también cabe el pendón
de la viuda condenada
por sus perversiones
y rechazada
por sus olorosas transpiraciones.

Y cuando estén todos cómodos,
dentro de mi pantalón,
les diré un secreto
con regusto a desazón
y es que,
Ya tendré tiempo de coherencia
cuando escriba por encargo
y no por abstinencia

Y cuando estén todos cómodos,
dentro de mi pantalón,
me los comeré a besos.
A todos, sin excepción.
Y si se diese el caso
de besos descompensados,
los celos serían los
curas excomulgados
por pura equivocación,
de una iglesia donde el dios
está dentro de mi pantalón.
Mezclado con flujos vaginales,
en un lugar sin pena ni gloria
ni pecados capitales.
Donde reinan
los mensajes subliminales
y se deslizan las manos
por los ajenos abdominales.
La madre que te parió
mi pantalón, mi pantalón.

No hay comentarios:

Publicar un comentario