Tengo ganas de desenamorarme
y emborrachar mi piel de flagelaciones.
Hundir la hendidura hasta que rebose de si misma
y maldecir mi concepción.
Posiblemente lanzar un saco de pellejos al mar,
y preguntarme ¿has vivido, verdaderamente has vivido?
mientras pelo aguacates y lloro y soy fotografiada
por un tipo apuesto que dice captar mi belleza nobiliaria
enquistada en una patata.
En un momento dado, quitarme el delantal
y comerme al tipo apuesto como acto de despecho.
Más tarde claudicar de reina, porque no me favorece.
Es que sufrir es tan reconfortante,
no le queda otro remedio a la poesía
que, mirándose a sí misma,
tener miedo y masturbarse.
No hay comentarios:
Publicar un comentario