domingo, 1 de mayo de 2011

UNA RADIO ENCENDIDA QUE HABLA CORRECTAMENTE

Soy miserable en ciertos aspectos, pero no en temas de carne. 
Carne cruda y doscientos mil augurios clavados en los ojos como callos en sazón. A veces me pregunto si soy pura o al menos lo suficientemente pura como para poder engañar, para poder fingir una tristeza inmensa o una alegría apoteósica cuando en realidad todo me da igual. Me importa una mierda el cambio climático y las fuerzas armadas. Las hadas, el cáncer de próstata, los nudillos pelados, el arte. Sobretodo me importa una mierda el arte. No me planteo banalidades pero tampoco transcendencias. Me encanta suponer que ahí reside la hipotética pureza, la sed de vida en su materia prima. (Esto es  mentira o la proclamación de un quiste espiritual). En general las personas me dan asco. Mi jardín de guisantes, mi culto exacerbado a la misantropía. Una barba tan larga que tenga su eje en la ceja izquierda. El centro está sobrevalorado, las luciérnagas y los ombligos.


Es que,



al fin y al cabo la punta del pezón
es también un precipicio.





No hay comentarios:

Publicar un comentario