Una ceja rigurosamente sufriente
que consiga encontrarle un sentido a todo esto,
por ínfimo que sea, un miligramo de abstracción
que, a lo mejor, será revelador,
como una sombra con relieves.
El tiempo, el ardor, la tensión ciclópea,
lo grotesco, la saliva encastada en la pared,
la sangre fresca,
los intestinos juegan a ser ciegos
y mis pecados son absueltos y el suelo se agrieta. Bien.
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