jueves, 30 de junio de 2011

un dogma, como cualquier otro

Los impulsos más ancestrales salen disparados de las palas ilíacas hacia el infinito
y se deshacen entre los dedos del incompetente que diseñó la luna.

Pero tú, que eres frígido, tenso,
incesante en la pretensión de la inercia paladina.
Tú no sabrás nunca qué es morir y renacer y remorir
de una ansiedad tan terrible como deliciosa.
El hígado que agoniza, las ingles en celo,
el pavor.
¿cómo canalizarás la vida, el frenesí de la sangre que fluctúa,
el organismo atiborrado de calor? ¿cómo?, querido

y te compadezco, amigo. 



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