domingo, 21 de agosto de 2011

soy la mamá



La cosa nació aquí mismo entre rodilla y nalga con un fuerte sobrepeso en los sobacos y un pelo lacio que pronosticaba tormenta. Lo juro, yo lo sabía todo, los pros y los contras,  las entradas, las salidas, los miles de riesgos implícitos en la sangre por el hecho de ser líquida, hasta el más mínimo detalle, la cantidad de dióxido en los alveolos, todo, yo lo sabía todo. Pero seguí aferrada a mi objetivo. 
Una lagartija me despertó el instinto maternal, te lo juro, es tan extraño. Yo deseaba la devoción insoportable, la simbiosis de dos elementos vivos, de dos cosas que respiraban, que se agarraban a la vida con la desesperación de un lactante que se amarra a la teta. Y la lagartija sembró una criatura en mis entrañas, en las raíces de mis tripas, y el parásito se bebió mi néctar y se comió mi droga. ¿Qué iba a hacer yo? Yo lo sabía todo, te lo juro, los pros y los contras pero soy muy despistada y el bicho de mi vientre era muy listo y se nutría de mi espíritu, de mis noches y de mis excusas.

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