viernes, 26 de junio de 2009
Escrito en un billete de 500 enredado en las ruedas del metro. Historia verídica.
Me doy a tí.
Todo.
No por partes o mitades,
ni por fascículos mensuales
ni por dudosas banalidades.
Pero no hablemos de amor
y demás calamidades.
Me doy a tí, hoy.
No sé que pasará mañana.
Alomejor me arrepiento
me sulfuro.
o me lamento.
O por el contrario
esta juguetona sensación,
no me abandona,
y se instala por más tiempo
en mi pollo corazón.
Que voy a saber yo.
Me doy a tí, pero no soy tuya.
Aleluya,
porqué no habrán barrotes en mi nube,
ni me atarán las cadenas que nunca tuve.
No existen las esposas en el paraíso.
No es casualidad que nosotros
adoremos a Dioniso.
Y por qué negarlo,
que Dioniso nos adore a nosotros.
Me doy a tí, porqué yo quiero.
Porqué yo eligo ser dada a tí,
por mí.
Juro y perjuro
que el mar no influyó en mi decisión.
Sería demasiado típico
que las olas me susurrasen tu olor
estando yo en estado crítico, cíclico
con un dulce punto esquizofrénico.
O dicho coloquialmente: amartelada,
chalada, colgada, flechada,
y/o para los más limitados:
enchochada.
Pues, sí. Me doy a tí,
sin dejar de darme más a mí.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario