domingo, 21 de junio de 2009

Historias para seguir despierto sin necesidad de estimulaciones sexuales


Esta es la historia
de las canciones histriónicas
y las poesías camaleónicas.

Desprenden la misma melancolía
que una farola fundida
en el callejón de las noches amarillas.
Con abrazos de borracho,
que son los más sinceros,
o al menos,los más desesperados.
Que ya puestos a confesar
son los que más alivian
el frío roto de después de soñar.

Huelen igual que los cimientos
de lo que podría no haber sido,
y ciertamente no fue,
de lo que podría sí haber sido,
y rotundamente, joder si fue...

Esta es la historia del éxtasis
del prototipo de ángel caído
en las guerra entre el azar
y el destino.
Ese embeleso que les invade
justo antes de despertar,
cuando no saben si
su dicha es sueño o realidad.

Es igual de traicionero
que los boleros cantados
en las bocas anónimas
de corazones viejos.
Tan viejos y vividos
como ingenuos y perdidos.

Tiene el mismo sabor
que esos libros raídos,
que nunca han tenido la suerte
de haber sido leídos.
Lastimados por las uñas
de la indiferencia,
lloran porqué
ya no sirve su grandilocuencia.
Imagine la terrible humillación
de un pobre vademécum serio
pero para su desgracia llorón.

Después de estas historias,
que solo son simples excusas
para mirarle a usted la boca,
deme una sola razón para no hacerme la loca
y poder así, besar todo lo que usted toca.

Sin necesidad de dar explicaciones
a ese rebaño de gigantes
sobre mis raras aspiraciones.
Que como ya he dicho,
consisten en ir besando
todo lo que usted vaya tocando.
No se preocupe por mi ardiente confesión
que no le molestaré,
solo le pido un poco de colaboración.
Cuidado con lo que roza,
no quiero morir por mala indigestión.
Aunque por otra parte
lo que no mata, engorda.
Así que mejor no se corte
y toque usted, toque
Que aunque sean excrementos de rata
o mantos de terciopelo
yo los besaré,
porqué han sido tocados
por sus dedos de nácar.
Tal es mi obsesión que le aseguro que no importa
si me convierto en una dama con labios amorfos.





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