lunes, 2 de noviembre de 2009

Ave César y devuélveme mi tanga

Nos tiramos los jarrones
cosimos alas,
y rompimos corazones
Es cierto que nos
comimos los pronósticos.
Pero,
¿quién velará
a los dioses agnósticos?

Rompí tantas medias
como besos me diste.
Y tú,
que te hacías llamar
el payaso triste!
Pocas, pero intensas
veces me cogiste.

El amor es una carrera
de haber quien soy
de haber quien era.
de haber quien es
de haber quien fuera
Estaba permitido apostar.
Pero, que derrotista es la victoria
cuando se ha dejado ganar.

Teníamos el alma obesa mórbida
de tantos halagos
y de tanta poesía córvida
de tantos embriagos
y de tanta literatura tórrida.
Y claro.
El colesterol espiritual por las nubes.
Infartó.
Imposible hacer trampas
cuando se juega desnudo al dominó.

Y bueno,
dejando de lado penúrias,
carroña, tabaco
y demás lujurias.
Ahora es el hombre de negro
el que me hace soñar.
Sofista como él solo,
egocéntrico y pedante
Pero señores
no he conocido hombre petulante
que oliese más a sudor, a rosas y a Dante.
Y claro, una no es de piedra.
Una se enamora del amor a domicilio
de las noches sin dormir
y del idilio del idilio.

Auxilio doña Atenea, auxilio.

No recuerdo ya
a quién tenia que olvidar.
Vino y habanera.
Que mentirosa eres, puñetera.

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