viernes, 6 de noviembre de 2009

Piel cruda.


Aprendí.
Hay tres tipos de sueños.

Los tortuosos
que no empapan, sinó queman.
Como duelen, adyacentes
como cortan y no ruedan.

Los sueños con ojos, con manos
y olor
Esos que se mezclan
con vino, malicia
y sudor.

Los sueños que se sueñan
ñoñería de antaño,
año tras año yo te acompaño.
Sureño tacaño.
Cariño de la señora uña.
Araña y patraña.
Ñoqui pequeñito y añorado.
Coranzoncito añejado.

Y dime,
¿qué onírico amor
eres tú?
¿El primero?
¿Con sus ojos de latón
y la lana por su pelo?
¿El segundo?
¿Por el olor intercalado
entre iracundo y vagabundo?
¿El tercero?
¿Con su sed de pasión huérfana,
de corazón de invernadero?
¿O tú no eres, vida mía,
más que retales olvidados
de cualquier vulgar poesía?
Se baja el telón.

¿Y qué pasa cuando el odio se enamora
de la tilde encasillada, en la o de corazón?

Correiverás.

Y una cosa más.
-¿Quién nos rescatará de la inercia soez
de los cuerpos abrazados?

-Nadie, reina azul. Estamos condenados.

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