martes, 25 de mayo de 2010

mira, hoy por ejemplo no he matado a nadie


Amar con los pezones revolucionando los sentidos, desquiciando las paredes, porque son palabras. qué bellas palabras.
Y mandan los poros, y gimen las uñas y muerden los dedos. Se articulan susurros con los labios vaginales y los huesos lloran y se buscan y se encuentran, se repelen, y se lloran. Los olores, los sonidos se diluyen, se unifican y se asoman tímidamente por los lacrimales. Volando, desesperando, pillando al vuelo con los dedos de los pies los trozos de destiempo. Y queda tanto y queda poco, se amontona el todavía a las puertas del olvido. Qué agonía bien llevada. Los fluidos se retienen y no hay belleza más primitiva que el amor entre las bestias. Suplicar perdón a la sombra de una tumba esnifando feromonas impropias, ajenas, evidentes. Encontrar la inexistencia en un sacro acurrucado entre perezas. Y barrer las calles a cambio de placer. Placer del alma. Soportar en la medida de lo inmedible la fiebre del deseo mal disimulado, la carne huele a carne, la piel huele a carne, la nada huele a carne. Escapando de certezas irritantes y de aguas tibias. Cuerpos anodinos, cuerpos celestes y desnudeces celestiales. Gracias mundo, gracias.

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