miércoles, 12 de mayo de 2010

V I V I R S E Y D E S M O R I R S E

Lo único inmoral aquí es no entregarse a la estratosfera, no abrirse camino entre delitos y dedales de cajón. Era un antónimo, un participio, un pretérito, un hado del chiste. Te lo contaré. Mezclaba ilusiones con café y preposiciones con almíbar. Así. Para darle más dramatismo a la situación, espera que me quito el sombrero. Todavía recuerdo el olor a champú barato y a excusas de rosas. Hacía un calor tan sofocante, y no era verano. Bueno sí, sí que era verano, pero no un verano cualquiera. Era un hombre muy atrevido, de los más atrevidos, de hecho era tan atrevido que me dedicaba boleros como quien dedica churros. El mar custodiaba nuestro crimen. Y nos miraba siempre. A veces con envidia, otras con reprobación, otras con lástima. Yo no era yo. Era una hormiga. Una hormiga déspota y eucariota. Y para una hormiga hasta el arte parece absurdo y lo absurdo una respetable manera de vivirse y desvivirse. Como otra cualquiera. Y te diré que por esa época mi sangre, incluso mi sangre era surrealista.

He vivido algo, mi amor, he vivido algo, pero queda tanto y tan poco. Estoy cansada y al punto de leche. Lo malo es que tengo derecho a no desesperarme porque mis insomnios están justificados y el corazón del hombre atrevido reposa sobre mi hígado izquierdo. Debemos temer para sobrevivir. Porque yo, bueno, yo vivo dentro de un acordeón, a la sombra de un espejo. Si no fueses tan obtuso te diría tantas cosas. La verdad es que desnudo ganas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario