sábado, 8 de mayo de 2010

Techo violáceo y demás sinsentidos

Me niego a profundizar más de lo necesario. Recuerdo, claro que recuerdo. Lo recuerdo todo.
Y no es memoria lo que me sobra. Es insomnio. Y no hay peor estimulante de reminiscencias
que las duermevelas. Empezaré por el final,
te esperé en la chaisse longue de mimbre, fumando el segundo cigarro del día.
Evidentemente no volvimos a coincidir en ningún tálamo más. Si hemos fracasado, lo hemos hecho tan estrepitosamente que nadie se ha dado cuenta.Pero mírate ahora, despeñado en el fondo del abismo de mi escote.

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