jueves, 1 de julio de 2010

UNOS SEGUNDOS DE SILENCIO



Todos somos columnas vertebrales ingeniosas que interactúan para nutrirse. Columnas vertebrales unos más que otros, de ojos saltones y pelo en las axilas e hilos de sangre surcando los muslos cuando menstruamos. De comisuras rasurables y carne que huele a muerto porque estamos muertos o en su defecto porque estamos vivos. Algunos buscan inspiración bajo los racimos de uvas, que son los testículos de la tierra. Bien por ellos. A veces la encuentran y otras veces un poco y otras veces no y otras veces se pierden encontrando y cosas por el estilo o anti-estilo. Columnas vertebrales de movimientos elegantes Columnas vertebrales con caderas lingüísticas y dedos mate. Todos saben que las uñas son una prolongación del ego. Por eso nosotros, que somos columnas vertebrales, nos mordemos las uñas/el ego cuando nos ponemos tensos. Nos pintamos las uñas/el ego con colores fluorescentes para olvidarnos de quienes hemos sido de quienes somos. Arañamos con las uñas/el ego cuando amamos a otras columnas vertebrales. Nos rascamos con las uñas/el ego cuando nos pica la dignidad escasa de columna vertebral. Y así sucesivamente. Es como una maldición ese olor a otoño viejo que se queda impregnado en el escote, después de sexo humano interrumpido. Yo no he dicho nada. Todos somos columnas vertebrales que articulan sonidos guturales cuando no saben cómo se carraspea, somos columnas vertebrales frágiles y serpenteantes como culebritas venenosas. es lo que hay c'est la vie de columna vertebral y verborrea fácil

1 comentario:

  1. me inspiras querida lejana. me gusta oir tu voz al leerte el ego, de verdad, es tan bonito

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