A mi solo me desgarran los niños emancipados de sus respectivos úteros,
los lividinosos dedos de un gato persa que se pierden confundidos
entre los más bajos instintos de su dueña viuda.
Y la herida que supura dentro de mi ombligo.
No me desgarra nada menos, pero seguramente bastante más.
ah bueno
y esa mujercita
que tiene las uñas clavadas en la palma de su (im)propia mano
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