jueves, 27 de enero de 2011

embriaguez propia de mis jodidos (eh, que estoy encantada) diecisiete años

Esto va de algo sobre vivir y morir en una borrachera meticulosa que empieza y acaba en un hospital: en algún momento de la madrugada se me aparecen en sueños esas dos centelleantes lagunas con verdín incrustado en sus bajos fondos , y evoco esa piel de cartón que me imagino sudada, derretida sobre mi piel de plástico, diluidas las dos en una masa homogénea de rayos, feromonas y epidermis. Y aunque la habitación es blanca yo sé que es negra, o que será negra o que fue negra, eso da igual, el caso es que lleva escrita la maldición azabache en sus cimientos. Y querría que el techo no fuese tan oscilante y que las paredes no sucumbiesen a su atracción y que el suelo dejase su danza infernal para otro día. Las vellosidades blancas de la piel de cartón contrastan con los restos de mi dulce acné pueril.

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