jueves, 4 de junio de 2009

Calentar con el microondas cerrando los ojos muy fuerte, no ofende.

No discrepo cuando veo
enamorados a un terremoto
y a una mariposa,
a una hormiguita
y a un huracán,
a un pomelo
y a un poco de azafrán.

No me niego al odio libre
entre urracas de cera
y cualquier monja austera,
ni entre payasos llorones
y dioses remolones,
ni entre mujeres inertes
y sirenas terrestres.

No me disgustan
los sustos de muerte
desde el punto de vista
de la buena suerte.
Ni los asesinatos de broma,
con muertos de goma
y sangre que se bebe,
porqué es gazpacho
de la generación del ventinueve.
Que no se debe ni nombrar,
por eso de que el gazpacho
mata si se pone a fermentar.
Angelical, celestial, criminal.
Y fermenta cuando se entera
de que alguien lo desea,
terror escénico gazpachal.

No me ofenden
las palizas crueles
de las flores silvestres,
ni los insultos infernales
pronunciados
por bebés ya demacrados,
ni los curas voladores,
que vuelan desnudos
por los cielos aliñadores
con complejo de estilista.

¿Qué por qué lloro, entonces?
Lloro porqué sé que muchos
no tienen con lo que emocionarse.
Lloro porqué otros no hacen más que llorarse
sin llorarse de verdad.
Lloro porqué no veo llorar a nadie.
Lloro porqué este asco gana en escrupulosidad.
Lloro porqué algunos seres no saben sollozar.
Lloro porqué aún queda
mucho amor por no demostrar.
Lloro porqué amo la vida.
Lloro porqué aún hay cosas que me hacen llorar.

1 comentario:

  1. Qué bonito!!!, no sabia que tenias tanto control sobre el gazpacho. Cuando me dedicas otro?. Pero alegre. Besitos

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