lunes, 1 de marzo de 2010

Vade retro Massachussets




No hay delito más sangriento
que desparramar el amor sobre la mesa.
No comprendo a los coches amarillos
ni la existencia de la lengua que no besa.

Ruiseñor burgués que cambia relatos eróticos
por noches en vela.
Peor yo, que me desangro y que pago mis deudas
con besos de tela.
Más pena da, el arroz con leche que llora limones
por no saber a canela.

hazme el blues.

Tengo mucho miedo.
Miedo de la idiotez cuando se emancipa del cerebro
y se engancha con sus manazas al espíritu.
A la enajenación moderada que no explota,
que se queda así, paviota.
Miedo no al tiempo,
sino al destiempo retardado de las olas.
A los hombres chiquititos que reniegan de sus colas.
Tengo tantísimo miedo
de quedarme dormida en mitad del desierto.
Miedo a lo eterno que caduca por momentos,
Terror a los perros, a las monas y a los descuentos.
Huyamos juntos del pavor, atados por los dedos de los pies,
mucho tacto enfurecido, mucha leche y tururú
encontrando el yo poético en los botes de champú.

que el blues nos haga.

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