lunes, 21 de diciembre de 2009

Detrás tuyo



Del fuego ya sólo quedan chispas y garabatos.
De las noches eternas, duermevelas y pelagatos.

Prohibido no engordar tafanarios
no besar cuellos
no usurpar calzonarios.
Prohibido, prohibidísimo
no adular damas
prohibidos los pijamas
bienvenidos los cronópios
y prohibidísimas las famas.

Fue un amor venéreo,
Miente
cuando insinúa que fue etéreo.
Mil años después,
prefiero llamarle dolor agudo.
Batido caliente de beso mudo.

Miro,
la faz de su tez
el desliz pervertido de la curva de su barbilla
los labios obscenos de quién miente cuando besa
Benditos morros, benditas babas, bendita maravilla.
Pómulos juguetones salpicados de aguapiés.
Los dos delirios que tiene por ojos,
venenos azabache que no llegan a fin de mes.
Y sus pasados melancólicos,
enamorados de los perfiles helénicos.
Sangre reseca y sueños esquizofrénicos.

Y de verdad que me duele.
De verdad que es mentira que me duele.


Le robé lo que él quiso darme,
que fue casi todo.
Nunca tiren más barro al lodo.
Perdí la dignidad que nunca tuve,
que nunca tengo, ni tuviese, ni tendré.
En el corazón,
me dejó polvo de barniz y una lentejuela.
Y sobre todo,
aunque sólo sea por Subiela,
no te mueras sin decirme adónde vas.

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