martes, 16 de febrero de 2010

Dogmatismos pequeñitos

No hay que llorar si los naranjos
dejan de dar naranjas para dar luciérnagas.
No hay que rendirse si la carretera
se vuelve irreductible, las cifras
metamorfosean abstractas y el miedo
se transforma en comestible.
No te vayas pestañita de mi ojo
no te arranques pestañita el vello púbico
que es poesía pestañita, que es belleza,
que es diluvio universal por metro cúbico.
Si te vas pestañita, de mi ojo
o si por circunstancias inodoras
te arrancas pestañita, el vello púbico
se harán vírgenes ninfómanas las penas y las horas
que se reproducen pestañita, por esporas
Ya no quedan castigos que parezcan penitentes,
los acaparan los cristales opacos
de ojos transparentes.
Es cruel el mundo pestañita.
Por eso no te vayas de mi ojo
si no quieres, pestañita
que el naranjo de luciérnagas
y las luciérnagas rastrojos.
Y los rastrojos, elocuentes
dominen los bancos, escriban novelas
y tinten de añil los cristales opacos
de ojos transparentes.
No te arranques pestañita el vello púbico,
que es ardor de buenosdías,
que es rosario de la aurora
en los trenes desviados de sus vías.
Malditos los poetas que cambian
la flema tórrida por el fino carraspeo.
Es directamente proporcional pestañita,
tu desdén con mi deseo.

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