lunes, 15 de febrero de 2010

Memorias futuras de una resaca irreversible

no fue en esta esquina



Los puntos sobre las íes y el pezón sobre el pezón,
bailando a orgasmo lento, los bailes de salón.
Bolero traicionero, tango, pasodoble y precaución.
Deja que me beba tu vergüenza,
que juegue dulcemente con los pliegues del dolor.
Deja que me embriague con las mentiras invisibles
que desprende la textura de tu olor.

Y si eso no es suficiente,
mareo de ron, cómodo y volátil
que se instala aquí,
en las entrañas corroídas.
Muchos sueños para tan pocas vidas.
Pero seguimos bailando
con las venas, con la boca y con el vientre.
¿Eras tú quién me decía
que quién no se ama, no se miente?

Después de bailar eternidades enteras
tendremos los pies destrozados,
el alma sudada y en vez de ojos, luceras.
Nos curaremos poniendo en el vaso,
los tiempos de amor y de gazpachos
para sincronizar los corazones
con el sopor de los borrachos.

Los puntos sobre las íes y el pezón sobre el pezón,
matando, trago a trago, los motivos de la razón.
Mente en blanco, excusas, argumentos y precaución.
Deja que te deje sin aliento,
como antes, deja que usurpe la belleza,
deja que te bese el cráneo, como antes,
que te muerda con mis dedos la cabeza.
Deja que me muera de sueños,
de amor, de pena y de alegría.
Como antes deja que te mate por desdén,
por pasión por miedo y por celosía.

Escóndeme debajo de tu ego.

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