jueves, 11 de febrero de 2010

Pero leve, nada grave.





Abismos entre su precaria mente masculina
y mi retorcidísima mente más afeminada que femenina.
Con la fricción de los sueños y las sobredosis de cafeína
conseguimos la distancia más corta, más sutil y más canina.
Yo adoraba tus profecías de zorro hereje,
y los misticismos a media noche.
Cuando el amor es moderado y el adiós no duele
sólo entonces no hay delirio, no hay reproche.
Pero nuestro amor dolía como huele el vino,
éramos dos despatriados amantes de lo fantoche.
Aún no sé donde acaba la chispa y empieza el derroche.
Cuando el fuego fluye no hay nada que hacer,
más que susurrarle al silencio para que no se sienta solo.
Las huellas digitales de los sueños compartidos
me dejaron la cabeza sobria y el corazón bolo.
Tú, que has sido mi juez y mi testigo, mi amante y mi enemigo:
¿qué fue de tu boca de buzón y de mis epístolas de blusón raído?
No es la bruja tan malvada, ni tan poético el ombligo.
No quiero entender el mundo, no quiero sino es contigo.

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