jueves, 1 de octubre de 2009

AUTORETRATO DE UN ESPEJO



Imagine el recato de un suicidio colectivo.
Qué callado, qué súti y qué desvarío.
Veneno para los suicidios poscoitales.
No nos gusta la sangre en cantidades industriales.
Frenética flor de alelí,
¿qué quieres que piense cuando me miran así?

Es que hay ojos en lugares inhóspitos,
ojos ciegos sin pudores ni jadeos.
Y yo no sé que pensar
¿Acaso me he de ruborizar?

Y sí,
me declaro en decadencia.
Pero decadencia de la buena.
La de calidad.
Nada de decadencias burdas
de profesor de universidad.

Y sí,
me declaro mejor en mi ausencia.
Pero ausencia, ausencias de verdad.
De esas de las que no entienden
de desatino o realidad.

Ay díos mío inexistente pero a la vez repelente,
como adoro el frío calador de los veranos gélidos.
¿y qué es poesía sinó el lado delirante de los sentimientos fétidos?

Y no,
hoy no pienso confesar mi adicción
a la voz de tenor de la putrefacción.

Y no,
hoy no pienso coquetear con el corazón
de los seres sin sombra, borrachos de soda.

Y sí,
me declaro admiradora de las almas amateur,
de las almas para beber,
de las almas en venta,
de las almas en alquiler.
Y de las fresas.
Pero sobretodo de las almas amateur.
Y de las fresas.

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