domingo, 18 de octubre de 2009

Teatro, puro teatro sucio.












El amor de los pecadores
es el más puro de todos los amores.

Tango,
cuando se baila sin moverse
es el himno de los valientes
que temen sin temerse.
Estos versos huelen al tufo
de los recuerdos corrosivos.

¿Y qué hay de los artistas depresivos?

Ellos,
Vomitan con el sabor
que huele a días felices.
Que mal mentimos
las actrices.
Ave, piernas por desbragar.
A vosotras no os afecta
la nostagia difícil de tragar.

Y repito porqué es importante:
El amor de los pecadores,
es el más puro de todos los amores.

Estos pecadores,
que charlan sobre
lo humano y lo divino
y aman como mira el peregrino
y que se beben las estrellas
de los suelos
y que no conocen
la tristeza de los duelos.

Estos pecadores
que se aman, se desean,
se respiran sus olores.
No se quieren. Eso sí.
Quererse no. Eso sí.
Quererse no. No se quieren. Eso no.

Y yo,
que nunca te quise,
pero siempre te amé.
Me muero por darte la bofetada que te debo.
Y al otro,
que nunca lo amé,
pero siempre lo quise.
Me muero por darle el te quiero que le debo.
Y no,
no me estoy entregando
al veneno terminal de la resignación,
sólo es una tregua
entre el hígado y el corazón.
Temporal.
Minga, minga. Minga ya.

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