sábado, 23 de enero de 2010

Capricho de una nena burguesa

Querido dios de las mañanas.

Voy a matarle.

Voy a matarle porque usted es un loco y yo una loca, voy a matarle porque me ha desgarrado, me ha quebrado, ha he hecho que me desangre mientras corrompo mi propia sangre. Voy a matarle porque estoy desquiciada y porque gimo de dolor cuando evoco los efluvios que usted emanaba y que yo antes me dedicaba a esnifar con furia, para retenerlos. Voy a matarle porque deliro, agonizo, enloquezco cuando intento besarme la piel que antes era usted quién besaba, quién mordía, quién arañaba, pero como usted debe saber es anatómicamente imposible, por tanto nunca lo consigo. Voy a matarle porque siento arcadas y siento asco y siento terror cada vez que busco sus besos en otros besos, pero nunca los encuentro. Voy a matarle porque ya no sé quién soy y porque le tengo pánico a la mujer que llora el espejo. Pero voy a matarle sobretodo porque no recuerdo su voz, y cuando le sueño es usted mudo, y me habla y no oigo. Y me duele tanto el alma, que ya ni me acuerdo de respirar. Entonces muero durante un rato, pero para mi desgracia, revivo cuando noto su calor en mi oído, diciendo sin hablar, que despiertes mi amor, que has tenido una pesadilla. E intento tocarle pero el calor se desvanece y muero por milésima vez. Voy a matarle porque le odio con la rabia de cada poro de mi piel y con la pasión de cada uno de mis rizos. Voy a matarle porque si no le mato, este dolor destruirá lo poco que queda de mi esencia, y seré un ente inerte, y yo no quiero ser inerte porque yo quiero matarle. Espero que no se ofenda, corazón, ya que tengo motivos suficientes para matarle, pero me he dejado el más importante. Voy a matarle porque se ha matado sin consultarme ni llevarme con usted.

No hay comentarios:

Publicar un comentario